¡YUCRIS!

Yucris, es el nombre quechua del zorzal, pájaro de cuerpo esbelto y color plomizo, anunciador de la lluvia y goloso del capulí. Lleva en su vientre un parásito del que jamás se despoja, el cual le produce una especie de herida en la parte trasera y por eso los campesinos le dicen “jeri siki yucris” (1), por lo mismo, su carne es despreciada y ni siquiera los chiquillos intentan cazarlo con sus hondillas.

El zorzal, ave típicamente serrano, glotón y huraño, es un personaje muy popular, con la paloma, el búho o el zorro vice asociada a la vida sencilla del campesino, estimulando su imaginación para enriquecer el folklore en sus cantos, sus cuentos y sus costumbres. Así, con respecto a su herida creen que se debe a una maldición.

Como se alimenta de frutos y lombrices, su aparato digestivo es muy simple, puesto que nada o poco necesita ser molido en la molleja. Digiere sus alimentos con tanta facilidad y rapidez, que defeca a cada rato, generalmente al levantar el vuelo. Por eso, la gente cree que el zorzal elimina los alimentos tan pronto como los toma y cuando alguna persona se mantiene delgada y no asimila bien sus alimentos se mofan de ella diciéndole que se parece al yucris.

Cuando el cielo esta nublado, anuncia la lluvia con su canto melodioso y variado, diciendo: ¡Lloved, lloved por Dios!, ¡Lloved, lloved taitito!, pero al levantar el vuelo emite un sonido que dice: ¡Usiag, usiag! Y quiere decir: ¡no llueve, no llueve!.

Otras veces, su canto es interpretado por los campesinos relacionándolo a ciertos aspectos de la vida de conducta reincidente y dice así: ¡Mamá, thurí chichu! ¡Majá, tacá, peor! Y significa: ¡Mi mujer, mi hija preñadas!, ¡Les pego, les golpeo, peor!

El capulí, fruto del árbol del mismo nombre, es su manjar favorito, fruto parecido a la guinda pero más carnoso y sabroso. Cuelgan en racimos de color negro parecidos al choloque, cuanto más negros más dulces, en la época de abundancia de capulíes se ven mas zorzales por todas partes, saltando y brincando de rama en rama, de árbol en árbol, de capulí en capulí, felices y contentos. Por eso cuando se ven a los muchachos trepados en los capuleros, sus amigos les gritan ¡yucris!.

Desde octubre, cuando ya se inicia la estación de las lluvias, comienza a producir el capulí; entre diciembre y enero es la época de abundancia, pero diciembre es el mes de exámenes; los escolares tienen para entonces “estudio libre”: grupos de amigos de van al campo a estudiar, a “chancar” para salvar el año aunque sea con un ONCE; empero, sólo es un pretexto para disputarle los capulíes al zorzal; de allí que si no tiene estudio libre se “hacen la vaca” y en pandilla van por las chacras a buscar la fruta del yucris entre risas y carcajadas infantiles. Como los muchachos son muy golosos se dan tales atracones de capulí que no dejan de sufrir las consecuencias: dolores de cabeza, indigestiones, empachos y vómitos. Y como por lo general son negligentes para asearse la boca, no tardan en exhibir granos purulentos junto a los labios; los amigos, entonces, tienen la oportunidad de mofarse de ellos diciéndoles: ¡Jeri siqui yucris!

El zorzal sirve de motivo de inspiración a los cantos del pueblo. Hay un disco grabado titulado: “EL ZORZAL” cuyo primer verso dice:


“zorzalito negro
Que bonito bailas!
Saltando y brincando
Cuando esta lloviendo!


En los meses en que no se produce capulí el zorzal se alimento del fruto de sauco (rayán) y también del “huejo” o lombriz de tierra. El pueblo lo ha asociado a sus aventuras de amor, cantando:


Manachurag, mana cutiriman
Yuc-yuc pis cutirinshi (2)
Allí huékgota llamikgorga,
Allí chinata takicorkga?

Hasta el zorzal, dicen que vuelve
Cuando prueba buena lombriz
Como no he de volver yo
Si encuentro buena chola?

Por último el zorzal esta ligado al trabajo del hombre, tiene su historia, su odisea: Los presumidos huaracinos con tono despectivo llaman “quechuinos” a los habitantes de los pueblos del callejón de Huaylas; denominación justa si recordamos que en la época incaica se denominaba “la quechua” a las regiones cálidas; pero, los huaracinos de puro presumidos le dan mas énfasis despectivo a la palabra “quechuino” quien dice: provinciano o distritano del callejón.

En otros tiempos, los quechuinos pues, gente modesta pero muy trabajadora, se dedicaban a la elaboración y el negocio de la jora para venderla en el mercado de Huaraz y los huaracinos se ingeniaron el cuento de “El quechuino que persiguió al zorzal hasta…. Recuay”. Un día, -dicen- cuando el quechuino cuidaba su jora secando en el patio de su casa, bajo un zorzal y cogió un grano; pero antes de que se lo tragara, se armó de una escopeta y proveyéndose de un pequeño fiambre de “cancha” y “shinti” (3) fue persiguiendo al zorzal hasta… Recuay.

Este cuento con que los huaracinos pretendían ridiculizar a los laboriosos quechuinos se explica: cuando el jorero no podía colocar su mercadería a buen precio en Huaraz, muchas veces optaba por realizar una jornada más hasta Recuay donde la jora de cotizaba a mejor precio. Como en aquellos tiempos no había camiones la carga se transportaba a lomo de burro y hay que imaginarse el esfuerzo que costaba realizar largas jornadas en semejantes condiciones a esos modestos pero laboriosos quechuinos para ganarse el pan con el sudor de su frente!


Hoy, la industria de la jora ha desaparecido porque ha sido suplantada por ciertos productos químicos, hecho no se donde ni de que y que se vende comunmente en el comercio en sobrecitos, ya esa rica chicha que se bebía vive solo en el recuerdo. Hoy, la chicha es un líquido pálido e insulso, ya no es la chicha espumosa, fragante y tonificante de otros tiempos, chicha de jora pura de ese grano arrugado como una vieja que guarda el secreto de la madurez y la experiencia… ya el quechuino se dedica a comerciar los productos serranos entre sus paisanos de Paramonga o de “La parada” de Lima, el zorzal ya no tiene quien lo persiga hasta… Recuay, por robar un grano de jora.

Y a propósito de yucris, recuerdo que cuando ingresé al colegio La Libertad, le puse cierto apodo a un condiscípulo mío pero éste, como que sabia que yo era un quechuino me plantó a su vez el de: ¡Yucris!!!!

(1) Jeri = herida
(2) Yuc – yuc = onomatopeya, quiere decir yucris.
(3) Cancha = maíz tostado
(4) Shinti = habas o arvejas tostadas o no y hervidas
Jose R. Obregón A. (Huaraz, abril 1963)

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