LA NAVIDAD DE MIS PADRES CUANDO ERAN NIÑOS

Papá nació en Huaraz en 1913 y mamá en Corongo en 1925, ambos en Ancash - Perú, conversando con ellos me contaron la navidad de su niñez, lo cual me pareció fascinante comentarlo en estas líneas.

La Navidad en Huaraz de los años 20 me cuenta papá, que eran peculiares: Toda la gente se preparaba para la misa de gallo, porque la fiesta religiosa era lo central, los jóvenes llevaban sus gallos, ovejas, chanchos, cabras a la iglesia, porque el espectáculo era en vivo con animales reales; había un vecino que hacía un nacimiento precioso diseñado sobre una mesa grande en su casa, con personajes de la zona, era un pesebre andino muy bello que todo Huaraz antiguo disfrutaba, en la iglesia también estaba listo su nacimiento.

La misa era bella con las pastorcitas que cantaban los villancicos, los gallos lanzaban su canto de media noche, las ovejas balaban, era todo muy bucólico, hasta que un año a los muchachos de la época se les ocurrió hacer pelear a sus gallos en el coro; cuando el derrotado se lanzó desde la altura hacia el tumulto y el vencedor también saltó persiguiendo al gallo en fuga y terminaron rompiendo una imagen, por lo que el cura Flores desde entonces prohibió este espectáculo animal. La fiesta siguió con el chocolate con leche, los bizcochos, la carne de chancho (cuchicanca) y los postres característicos de la época.

En Corongo de los años treinta, los niños se alistaban para salir pastorcitas, negritos, cada uno en su barrio: Malambo, Cayarina, Dos de Mayo, La Laguna, etc. todos salían en competencia de barrios y en la noche la reunión central era en la iglesia en la misa del gallo, las pastorcitas y negritos hacían su adoración al niño, el Viejo cargaba su ovejita (viva), los bailarines hacían sus ofrendas que incluían roscas, bizcochos, frutas.

El niño coronguino esperaba su regalo al día siguiente de parte del Niño Manuelito, algunos dudaban del Niño, entonces una mamá lo castigó colocándole un ratón muerto de regalo, al día siguiente el muchacho espetó “este cojudo Niño me ha regalado un pericote muerto”.

Como verán aún no llegaba el Papa Noel por Corongo; pero si había chocolate con leche, bizcochos, buñuelos y un almuerzo especial de Navidad, en cambio la gente humilde que pasaba las fiestas a todos los negritos, pastorcitas y demás artistas les regalaba una panizara caliente con su semita, un refrigerio humilde pero muy coronguino.

En Corongo la fiesta de Navidad pasaba de la iglesia al jolgorio de las comparsas navideñas por las calles de corongo, con sus danzas, cánticos, actuación teatral de todas las manifestaciones religiosas y mundanas, que nuestras generaciones aún hemos gozado.

Aún suena en nuestros oídos ese canto de los negritos:

“El chocolate con la leche (bis)
tiene su gusto singular (bis)
múshica”.

Luego venía la chuscada interpretada por la kínrapa (flauta traversa de carrizo) acompañada de un redoblante y el baile acompasado de los ángeles, negritos, pastorcitos, el diablo, el viejo (con su Queshuna), los nietos, la franshica…

Esas eran navidades inolvidables, con trompeadera y todo; sino pregúntenle a "Juan Gallo" cuando le sacaban su pukalawa (sopa roja, eufemismo de la sangre que brotaba de la nariz), o cuando el "Checho" terminaba con la nariz chueca.

¡Feliz Navidad, shé!

Por Gilbert Collazos Garay

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