FUNDACION DEL CENTRO FOLCLORICO CULTURAL CHAMPARA CORONGO

En Corongo el 11 de marzo de 1965, en el bar de Edver Garay se reunieron Manuel Antúnez, Julio Chereque, Magín Izaguirre, Donato Pinedo, Froilán Pinedo, Luis Sifuentes, Roberto Sotomayor, Wily Sotomayor, Apolinar Trevejo, Jorge Trevejo, José Urbieta, Federico Valderrama Y Froilán Villalva, se nombra Director de debates a Apolinar Trevejo, gestor de la reunión y se acuerdas fundar una Institución Musical; se elige el nombre de CONJUNTO CHAMPARA, entre cuyos fines figuran el desarrollo musical de los asociados y el cultivo del folclor coronguino. Se elige la siguiente junta directiva:



Presidente: Jorge Trevejo Garay
Secretario: Edver Garay Espinoza
Fiscal: Manuel Antúnez
Vocal: Froilán Pinedo
Director del Conjunto: José Urbieta

En 1969, en una Asamblea General se acuerda ampliar el nombre a CENTRO FOLCLORICO CULTURAL CHAMPARA CORONGO.

GIRAS

1. 1969 a La Pampa y el Callejón de Huaylas (Caraz, Yungay, Carhuaz y Huaraz)
2. 1972 a Lima (Primera vez)
3. 1973 a Sihuas, al caserío de Paria (Huaraz) y a Chimbote.
4. 1974 a Pomabamba
5. 1980 a Cabana
6. 1981 y 1991 a Lima (Segunda y tercera vez)
7. 1993 a Yupan y Cabana 2002 y 2004 a Lima (Cuarta y Quinta vez)








ME CONTARON...




¡CHAMPARA!, me contaron que relumbrantes centellas y truenos, un once de marzo de mil novecientos sesenta y cinco, querían herir tu blancura nívea, querían desgajar tu granítica estructura, pero tu como Dios tutelar, impertérrito, sereno, sublime por tu imponente belleza, soportabas las feroces arremetidas de la tormenta, enhiesto como gigante indestructible sonreías imbatible; con tu mirada estrujadora querías penetrar por las rendijas de la vieja puerta de la vetusta casa en la Plaza de Corongo, en donde a puerta cerrada, dieciséis hombres amantes de nuestra música, en inusual jolgorio por los Gro que Edver les servía con diligencia, Apolinar gestor de la reunión pidió un momento de silencio, para exponer su idea de instituir un Conjunto Musical que preserve, indague, ejecute y difunda nuestro acervo musical, que es la esencia de nuestra identidad, nadie objetó, aplaudieron, todos hablaron incentivados por el gro, en el ambiente saturado de humo por los cigarrillos que fumaban, los rostros se difuminaban, los “puchos” de los cigarrillos en el piso terroso sucumbían en los escupitajos bajo la planta de los felices asistentes, mientras la luna se asomaba temerosa plateando con su fulgor los húmedos tejados, el empedrado en filigrana de la plaza, las veredas con sus jardines cercados de rosales, a los cipreses que producían sombras espectrales y a las rejas de la pileta que protegían celosos a las trinitarias y pensamientos.

En la rustica cantina seguía la algarabía, barajándose un sinfín de nombres que se pondría al Conjunto, ninguno satisfacía, hasta que, el mismo Apolinar con su parsimonia y sapiencia sugirió el nombre de Champará, todos se miraron en son de aprobación, CHAMPARA se llama el Conjunto, la tormenta cesó y vino la calma, en noche serena esos dieciséis hombres le habían dado vida al CONJUNTO CHAMPARA que, como un preludio para su grandeza, la mandolina de Joshé en compañía de las guitarras de Tito y Apuchi tocaron “Muchachita coronguina” de Lucio Garay, fue el primer huayno que tocó el CHAMPARA.

Llegaba el amanecer, el nevado con su inmaculada blancura, despedía haces de luz que venían como saetas a la Plaza de Corongo, iluminando la puerta vieja de la cantina en donde los dieciséis hombres, sin saberlo ´preconizaron el nombre del CHAMPARA, el pueblo despertaba desesperanzándose ajeno al acontecimiento, en tanto el rocío perlaba las verdes hojas, la humedad de los tejados empezó a evaporarse, confundiéndose con el humo de las cocinas que ya calentaban en las tullpas las ollas para el desayuno, algunos gallos remolones regalaban sus últimos cantos, una yunta cruzaba el puente con pasos cansados, los burro0s dejaban sus heces en las calles, los perros flacos de dueños inconscientes recorrían incansables las calles y el rio en busca de sustento, este amanecer coronguino era diferente, era especial. Los primeros transeúntes algo percibían, aguzaban el oído mirando por todos lados, era algo así como una música encantadora que les llegaba, no sabían de donde venía, porque en Corongo ya no había los guitarristas de antaño, mucho menos un conjunto, solo de vez en cuando se escuchaba en los cerros una voz cantarina, entonces, de donde venia esa melodía, en los siete barrios de Corongo, percibían los compases de conocidos huaynos que les impregnaban emoción, una súbita alegría los impulsaba a silbarlas o tararearlas, no sabían que eran los compases flotando en el aire de las tonadas que había tocado el recién nacido CHAMPARA.

Transcurridos esos acontecimientos, turbados por los efectos del gro, Jorge, su primer Presidente y Joshé, su primer Director se revolvían en sus frazadas, habían soñado que su Champará, como el nevado, pasado el tiempo se hacia inmenso, que el Conjunto ya no era solo una mandolina y dos guitarras, sino que había violines, quenas, acordeón, mas guitarras y mandolinas, que los champarinos vestidos con atuendos típicos los ejecutaban con armonía, en ese conjunto sobresalían tres púberes, que al paspo del tiempo se supo que se llamaban Julio, Faustino y Amadeo, asomándose por ahí dos juveniles cantantes; Julia Urbieta “La Champarina” y Julia López “Flor Coronguina”, soñaron también que tenían su local propio repleto de juventud, enmarcados con el rostro de algunos mayores, en el que destacaba el de “Polachito”, en sus sueños vieron un enjambre de pallas multicolor en baile sincronizado al compas de los Chirocos Pablo y Lucho Olivos, vieron a los Panataguas con su oficial, diablos y sanmigueles, oh! Portento por la esquina vieron aparecer a los Shajshas danzando con ímpetu viril, parecían que con sus pies tocaban los bajos tejados, danzaban con sus macanas y rodelas en alto alrededor del cajero que con gracia y señorío, le daba a la caja y el pincullo con frenesí extasiante con inigualable perfección, era un duelo entre el cajero y los aguerridos Shajshas rodeados de una multitud delirante, ¿Quién era el cajero que viste con sombrero verde? Se preguntaban, nadie lo conocía, parecía ser un irreal, luego supieron que se llamaba Felipe Tapia y era de san Isidro.

Joshé y Jorge soñaron grandes escenarios abarrotados de público, ciudades grandes y pequeñas delirando con el espectáculo que les brindaba el CHAMPARA CORONGO, los aplausos eran un estruendo. En sus sueños también se deleitaban con las voces dulces de unas jovencitas que el realidad fueron Elsa e Isabel Malpica con Neomicia Díaz y ¿Quiénes eran esos dos jovencitos que también cantaban? Habían sido Pablo y Adolfo. Luego vieron comparsas alrededor de un árbol, mas allá los negritos con sus pastorcitas, ángeles y reyes amenazados por el terrible diablo. En el atrio de la iglesia vieron una escenificación por el día de la Madre, en el mercado vieron un tabladillo con aprendices de actor en un drama épico, contestatario, se titulaba “Un grito en los Andes”, su autor Julio Collazos Romero.

Todos los personajes eran champarinos, en fin, sus sueños eran vertiginosos entre bohemias de noches champarinas, con serenatas de encanto, con ceremonias agasajando a jóvenes profesionales. Sonrieron en sus sueños cuando uno de vio tocando y el otro bailando una polka, cuando Amparo había concluido una brillante alocución, para despedir a un carismático Párroco de contextura gruesa, semicalvo, de grandes ojos verdes que partiría a su amada Italia, le dijeron que se llama Víctor Lauri Valerio y que el pueblo lo quería mucho.

¿Pero que ven Joshé y Jorge en sus sueños en el inmenso patio de esa casona? Es una morena de talla espectacular, ¡Que hermosa voz la que tiene! Los huaynos y pasacalles se tornan celestiales con el medroso acompañamiento del Champara. La morena canta en un improvisado tablado, nuestros soñadores la ven como una diosa y hasta se tornan libidinosos. ¡Como no trastornarse con tremenda dama! Es la diosa morena del Cantar ancashino, es la “Estrellita de Pomabamba”, en Nila Villanueva. El sueño se les va terminando con la figura de Nila que se desvanece, se despiertan animosos, se preguntan si todo este sueño se podrá hacer realidad. Claro que si, este sueño no fue uno mas, fue el presagio para que el nombre de CONJUNTO CHAMPARA creciera mas alto que la de su celoso guardián, el sempiterno Champará, al que vieron en sus sueños llorar su deshielo, por la irresponsabilidad de los hombres, vieron también llorar al Champará por el abandono de sus champarinos a quienes tanto amó y que, indiferentes miraban su postración.

CHAMPARA, esto es lo que me contaron.

José María Garay Armijo
“El Arriero de Corongo”






Nombre completo de los aludidos en esta narración:



Edver (Edver Garay Espinoza)
Joshé (José Urbieta Garay)
Jorge (Jorge Trevejo garay)
Faustino (Faustino Fernández)
Polachito (Froilán Villalva Gutiérrez)
Adolfo (Adolfo Pinedo Moreno)
Apuchi (Apolinar Trevejo Garay)
Tito (Roberto Sotomayor Izaguirre
Julio (Julio Izaguirre Sánchez)
Amadeo (Amadeo Pinedo Oxas)
Pablo (Pablo Valderrama)
Amparo (Amparo Pereda Rivera)


(Fuente: Corongo en el Cantar Andino)

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