Pesca de aventura... una historia real

Después de clases en el colegio, con Jorge Ingar “Bedoya” sobrenombre que le pusimos porque usaba lentes de medida y en esos años el alcalde de Lima era don Luis Bedoya Reyes, nos pusimos a planear en una próxima aventura para el fin de semana que se hacercaba. Teníamos pendiente en ir a la puna en busca de venados o de truchas.  Poniéndonos de acuerdo que el sábado siguiente iríamos de pesca a las lagunas de Pojoj. Estas lagunas se encuentran cerca a la puna de Tuctubamba y  dan  origen  al rio Corongo.

- Claro she, Rubén Olivera me ha contado que ha estado la semana pasada por allí ha traído truchas y me ha comentado que con paciencia y buen humor se puede obtener buenos resultados..

-Que bien porque eso mismo me ha comentado Pablo Cuba que en la laguna chica hay  truchas y que ahí pican con  anzuelos y con mariposa en la lagunas grandes.

-Eso es cierto entonces  ¿vamos el sábado que viene?

-Claro entonces voy a pedirle con tiempo permiso a mi papa para llevar el caballo me responde

-Bueno yo voy a ver si me alquilo uno, ya sabes entonces que tenemos que estar saliendo a las tres de la mañana para estar llegando a las seis más o menos cuando este aclarando el día.

-Claro, tú sabes cómo los trucheros dicen que esa es la hora recomendada para pescar 

-Es verdad, porque la ves pasada estuve en el rio Rupaj  a esa hora y logramos una buena pesca.

-Bien, entonces vamos a Pojoj en busca de  las truchas

-Claro, a las tres de la mañana vienes a mi casa para partir a esa hora

- Ya she, a las tres estoy en tu casa espero que estés listo no te vayas a quedar dormido como la ves pasada que nos fuimos casi de día ya de pesca al rio  Manta
No te preocupes que estaré listo she..

Llego el día viernes y no pude conseguir el caballo que siempre alquilaba, pero me dieron una alternativa, que me llevara el burro macho que ese día no lo necesitaba en las faenas diarias.
Recogí el burro y me puse a descansar temprano, era mediados de julio estábamos en verano, así que no teníamos problema con el tiempo, pues las noches de luna son hermosas y propicias para a dar las serenatas o a pasear por la plaza con  la nena que nos robó el corazón. Me pregunto ahora ¿Se acordara alguna vez? O ya habrá olvidado aquellos bellos momentos que juntos pasamos.

No podía concebir el sueño preocupado  como nos iría en nuestra nueva aventura, pensaba si todo saldría como lo  teníamos planeado, cuando en eso siento el trotar de un caballo que se acercaba a la casa y a esas horas de la noche se escucha con mucha nitidez, más aún yo dormía en el depósito de la panadería que tenía mi mamá que daba la puerta a la calle grande, escuchando el silbido que nos identificaba y salgo presuroso a decirle a Bedoya que en un momento estaría listo.

Saco de la casa el burro ya  preparado  para el viaje y me dice medio asombrado:

-¿Qué, en esa “cosa” vas a ir a la puna?  

-Claro she, no pude conseguir el caballo, pero me dicen que este es un buen burro y no habrá ningún problema porque siempre lo alquilan para traer sacos de papas de la puna de Ato.
Mientras Bedoya murmuraba su molestia por el burrito que llevaba, me pongo a observar el tiempo levantando la vista para ver la ubicación de la luna y veo que esta esplendorosa en la plenitud de su máxima luminosidad en el medio del cielo límpido y lleno de estrellas que nos anuncian que cuando amanezca habrá un buen día.

Le pregunto: ¿son las tres de la mañana no She?

-Si she, he puesto mi despertador a esa hora.
Yo comencé dudar por la fuerza del brillo de la luna y le dije:
 Pues me parece que fueran las doce de la noche she

-No she, son las tres, apúrate que se hace tarde y tú con ese burro vamos a llegar al medio día a la laguna  ¡carajo!                                                                                                                                 

Entonces vamos ya, le contesto para apaciguar su molestia.

Partimos enrumbando por el camino que va todo el trayecto junto al rio avanzábamos lentamente pasando la Nueva Victoria que en silencio absoluto descansan sus habitantes, solo roto por el ladrido de los perros cuando nos sentían pasar o él cantar de algún gallo que anuncia la llegada del nuevo día. Seguíamos avanzábamos poco a poco por los parajes silenciosos de nuestra camino en la oscuridad de la noche y habiendo transcurrido ya como dos horas de cabalgar comenzamos a sentir ya el frio helado del aire que respirábamos indicativo que estábamos entrando a la puna y se podía observar que el campo se comenzaba a poblar de pajonales, miro el cielo y veo que la luna parecía que no había avanzado casi nada en su recorrido celestial, que seguía casi igual en su posición en el hermoso cielo estrellado lo poco que había avanzado me comenzó a preocupar y pregunto:

-¿She estás seguro que hemos salido a las tres de Corongo?

-Claro she, las tres han sido. Responde

No era la primera vez que iba a la laguna de Pojoj lo había hecho ya en varias oportunidades y me pareció que Bedoya no había puesto bien la hora en su  reloj despertador.

¿Te pusiste tus lentes para mirar la hora en que ponías para que despiertes? Le pregunte porque yo dudaba de su certeza y lo fastidio de pasada.

 Claro que sí,  me responde serio el

Yo comencé a hacer mis cálculos  pues abrían pasado como dos horas de andar en el camino y  ya estábamos en la puna además la luna seguía casi igual de luminosa y le digo:

-Sabes compadre me parece que recién son las 3:00 de la mañana, las lagunas deben estar a una hora más de camino así es que vamos a hacer una parada y busca un lugar para descansar un rato pues yo creo  que tú has venido a mi casa a las doce de la noche: mira la luna ha avanzado muy  poco en el cielo su luminosidad sigue casi igual que cuando partimos y estoy casi seguro que deben ser recién las tres de la mañana, observa la paja de la puna que nos rodea, mira donde estamos ya.

- Verdad no she todavía está bien oscura la noche y la luna sigue igual de luminosa, me responde

-Claro que sí, ¿Dónde descansamos? Le digo

-Mira allí hay una pampita bajemos y hagamos tiempo un rato de paso que descansamos un poco me responde

Si y ten cuidado cuando desmontes que la escopeta está cargada

Si she, no se vaya a disparar y estemos después lamentándonos.

Bajamos de las bestias, acomodando los animales junto a nosotros y mientras charlábamos recordando nuestros quehaceres del colegio, el campeonato intersecciones de futbol que ganamos por quinto año consecutivo al cuarto año o del amor que duerme dulcemente en su cama, mientras que nosotros nos encontramos llenos de frio por estos silenciosos parajes y muchas cosas más que los amigos conversan para matar el tiempo, levanto la vista para observar el firmamento y  veo que la luna perdía ya su luminosidad por el avance hecho en su recorrido para dar paso al nuevo día y seguro de que ya habrían pasado como dos horas  le digo:

-Bueno creo que es hora de partir la luna ya avanzó, tenemos tiempo de llegar cuando comience a aclarar  a  las lagunas

-Si she. Responde Bedoya,  él tenía la escopeta siempre la llevábamos para que nos cuide de cualquier imprevisto.
Cuando se dispone a subir a su caballo, pisa el estribo logra montar y el caballo comienza a girar como loco en el mismo lugar que se encontraba, miro a Bedoya y lo veo con desesperación y espanto en su rostro y comienza a gritar:

¡Agarra she…!   ¡Agarra she…!   ¡Que me bota el caballo!  ¡Agarra la escopeta! Gritaba desesperado
Yo me encontraba atónito sin saber qué hacer en ese momento mientras el trataba de no caer, sujetado con una mano de la montura y en la otra tenia cogido la escopeta.

-¡ten cuidado con la escopeta que está cargada! Le decía desesperado, retumbando en el silencio de la madrugada  mis gritos repetidos por el eco de las montañas a modo de lúgubres lamentos que se perdían en la lejanía  

-¡so, so  caballito, so caballito!  ¡Cálmate, cálmate por favor caballito!

¡Calma por Dios! Suplicaba Bedoya

¡Pero el caballo seguía loco!  Giraba bruscamente como si algo lo estaba asustando o le pedía que bote a su jinete,  que no sé cuánto tiempo más habrá pasado pero mi querido amigo no se cae, hasta que por fin la bestia se fue tranquilizando y termino por calmarse.

-She  ¿que tiene este caballo porque se habrá puesto así? Si es bien tranquilo  dice preocupado

-no se she que puede haber pasado carajo.

En ese instante comencé a reaccionar después de tremendo susto y se me viene a la mente relatos que me hicieron alguna vez y le digo:

He escuchado que a estas horas andan los malos espíritus buscando almas y seguro el caballo lo ha visto, dicen que ellos ven a los demonios y seguro que uno nos ha estado siguiendo o nos ha encontrado y ha estado buscando el momento propicio para dar el zarpazo. 

¿Sera??? She?? ¿Debe ser no she? porque ¿cómo se ha puesto el caballo no???

Si un poco más y no creo que lo estuvieras comentando.

Ya un poco más calmado del susto y con el ánimo vuelto, me dice pero viste  ¡soy un buen chalan carajo!  ¡No me caí ni solté la escopeta! Orgulloso, claro que si le dije para tranquilizarlo.

¡Eres un buen chalan  Bedoya!

Pasado el mal rato emprendimos el camino con dirección a nuestra meta, seguimos avanzando, yo en mi modesto burro y el jinete domador de bestias en su caballo loco.

Llegamos a la bifurcación del camino que sigue hacia Tuctubamba y nosotros entramos al camino que sube para las lagunas, esta subida es un poco estrecha y si esta oscura la noche se tiene que tener mucho cuidado en recorrerlo porque sus bordes dan a precipicios del rio que en este tramo baja en forma casi vertical es muy peligrosos  siempre esta fangosa y resbalosa es preferible pasarlo cuando este amaneciendo. Avanzábamos lentamente, Bedoya ve en el camino un pequeño charco y lo pasa sin preocupaciones cuando en un abrir y cerrar de ojos el caballo se hunde en el fango despareciendo las patas de su caballo quedando sus pies a la altura del camino y corre a un lado asustado y dice:

-¡She el caballo se hunde ayúdame a sacarlo antes que desaparezca carajo!

-Desmontando yo rápidamente del burro y fui corriendo en ayuda de mi amigo tras unos jaloneos logramos liberar al animal del fango.

Había amanecido ya cuando comenzamos a observar la hondonada  donde se ubican las lagunas y muy cerca   le digo:

-Nos han recomendado que primero probemos en la laguna chica que está al lado derecho para pescar dicen que allí también hay truchas así que vamos pero ya sabes que no debemos hacer bulla cuando lleguemos porque las truchas se asustan al menor ruido y se esconden, tenemos que acercarnos en silencio, así que dejemos los animales aquí en la entrada y llevemos lo necesario. Para mí era la primera vez que probaría suerte en esta laguna de fondo oscuro ubicado al pie de las lagunas grandes. 

Dejamos los animales en media de los pajonales y avanzamos en dirección de la laguna cuando en eso lo observo quejarse de un malestar repentino que empezó a sufrir Bedoya comenzaba a ponerse cada vez mal, tenía dolor de cabeza y de barriga. No había duda tenia soroche.

-No aguanto she, me siento morir voy a traer los aperos para echarme un rato hace mucho frio y este malestar me mata carajo.

-Bien le contesto toma un poco de agua de panisara del termo y descansa en los aperos mientras yo  alisto el cordel y  a los anzuelos, tengo que ponerle la carnada y lanzar al agua.

¿Qué hora será?  Me pregunta.

-Seis de la mañana le dije, espero que piquen para poder partir al medio día y ojala no llueva, porque mira como se está poniendo negro el horizonte.

El viento helado soplaba con bastante fuerza dejándose escuchar un silbido al pasar entre los pajonales cuando listo ya nuestro instrumento de pesca lance el cordel a unos cincuenta metros en la laguna, modestia  aparte era un experto en  esos quehaceres y me puse al costado de Bedoya que se sentía morir del malestar que tenía, pasando el cordel por encima de él que estaba echado bien abrigado,  me puse a esperar ¿cuánto tiempo? No sé pero si se disfruta del momento que estás pasando no importa cuánto, cuando de pronto siento pequeños tirones en el cordel que fueron aumentando poniéndome en alerta y aseguro en mis manos el nylon cuando en eso veo saltar fuera del agua un hermoso ejemplar de trucha  grande prendido de la punta del cordel que luchaba por desprenderse del anzuelo y comienzo a gritar de alegría luchando con fuerza para atraerlo a la orilla de la laguna.

Bedoya también había sentido los tirones y  ¡Oh maravilla!  ¡Se levantó como un resorte!

-Jala she!!! Jala she!!!  Jala she!!! Que no se escape mira que belleza de animal ¡carajo!

Gritaba desesperado, los gritos se multiplicaban en el silencio absoluto de la puna, solo roto por el silbido del viento o el cantar de alguna guachgua  que se asustaban por tanta bulla y nuestra presencia emprendían vuelo hacia mejores posiciones en su basto habitad.  

 ¡Nunca había visto una tan grande she! ¡Mira como salta!

Yo jalaba nerviosamente el cordel  mientras la trucha seguía luchando por desprenderse dando saltos cada vez más desesperados formando inmensos remolinos cuando se introducía al agua, yo seguía firme en mi propósito de sacarlo fuera  hasta que poco a poco lo iba acercando a la orilla de la laguna.
¡Que no se suelte! ¡Que no se suelte del anzuelo she!  ¡Que ya está cerca!

A si era cada vez se acercaba más a la orilla peleando siempre por querer soltarse lo que  hiso que Bedoya se fuera al encuentro de nuestra presa, llego al borde de la laguna la orilla era un poco inclinada  logre jalar y sacarlo fuera del agua a unos tres metros más o menos cuando sucede lo inesperado: La trucha se desprende del anzuelo y comienza a resbalar en la orilla de vuelta al agua.

-¡se soltó she!  ¡Se soltó she! Gritaba Bedoya y de un salto felino logra atraparlo  antes que entre en el agua y envolverlo con su poncho

-¡Puta mare casi lo perdemos! Gritaba de felicidad y corrió con su presa a un lugar más seguro.

La trucha seguía luchando por su vida. Mientras Bedoya lo tenía bien aprisionado ayudado por su poncho la trucha seguía dando saltos hasta que desfalleció y quedo quieta.

Volví a poner lombriz en el  anzuelo para poder seguir pescando, pero pasó una hora y no picó nada. Tenían razón cuando me dijeron que no se debía hacer bulla en esa laguna si quería tener éxito, pues habíamos hecho tanto escándalo que seguro siguen escondidas las truchas en el fondo de la laguna.  
Calculé que debía ser ya medio día ya, y era momento de retornar a casa, porque el tiempo comenzaba a ponerse feo, hacia viento y mucho frio, alistamos nuestras bestias y comenzamos a bajar rio abajo con dirección a  Corongo.

Contentos de nuestra faena pasamos la Nueva Victoria y se me ocurre una idea un poco malévola.

Me dije: tenemos una sola trucha somos dos  y creo que esto no va alcanzar para dos ¿Pero cómo salgo de esto? Comencé a pensar la manera de desprenderme de mi amigo y me dije: Bedoya está en su caballo y si yo hago correr a mi burrito me alcanza rápido. ¿Pero qué puedo hacer? Iba pensando.

Lo primero que hago es pedirle la escopeta que él lo llevaba en el hombro diciéndole:
She dame la escopeta que por aquí siempre salen conejos de su madriguera no vaya a ser que encontremos uno y tú no tienes buena puntería para poder cazarlo, a lo que me responde:
Verdad she toma la escopeta no vaya a ser como la vez pasada que se me escapo una y tu estuviste renegando, resuelto este problema debía esperar la oportunidad de desaparecer de la vista de mi amigo que confiado avanzaba por el camino siempre el adelante.

Antes de llegar a Corongo en el camino encuentro un desvío que bajaba al rio, no lo pensé dos veces en un descuido de mi querido amigo acelere el paso del burro y me interne en el rio metiéndome por unos matorrales para cuando  Bedoya se dio cuenta  ya no estaba a la vista. En eso lo escucho gritar:

¡Oye sheee ¡ ¡ ya te vi cojudo!  ¡Ya sabía que me harías esto carajo! ¡Sabiendo lo pendejo que eres me he descuidado de ti! ¡Carajo!!!!

¡Pero ya te vi! , ya sé dónde te has escondido pendejo! ¡Así que anda saliendo nomás huevón!!!!
Yo estaba quieto con mi burrito debajo de unos matorrales ¿Cuánto tiempo? No sé pero seguro lo suficiente, no sé si treinta o cuarenta minutos hasta que no escuché más los reclamos de mi querido amigo y me anime a salir de mi escondite mirando por si acaso Bedoya este esperándome escondido en algún recodo, comenzando a caminar primero despacio luego apresure el paso y llegue a mi casa le di la trucha a mi madre, preparo la cena, pero yo no probé la trucha frita que hiso ¡pues no me gusta! y tampoco le comente que no le di su parte a mi amigo porque seguro que mi madre no lo hubiera agradado mi acción.

El lunes día de clases en el colegio tendré que estar preparado para enfrentar los reclamos que seguramente me hará Bedoya.



Laguna de Pojoj

Post a Comment

2 Comments

  1. Ahora me acuerdo, que construimos una atarraya con un pedazo de red que "Cholofino" nos vendió y de oferta nos regaló unos cuantos plomos que lo sacó de una lata oxidada, recuerdo bien que en el patio de tu casa trazamos la circunferencia y construimos la atarraya que quedó magnifica...soliamos ir a pescar en el rio que pasaba por el puente de Pacatki, lo malo era que las truchas siempre eran muy pequeñas, por lo general terminaban quemadas en la sartén

    ReplyDelete
  2. Claro que si me acuerdo por cuanto nos vendería en aquel tiempo, recuerdo que era un tipo acriollado.

    ReplyDelete