Como una de las elegidas había salido Mañuca Armijo, después de las felicitaciones respectivas se me ocurre susurrarle al oído: Mañuca eres ¡miembra! Le digo y mi buena amiga comienza a gritar: ¡Señorita! ¡Señorita! ¡Señorita! Samuel dice que soy su hembra ¡señorita!!!
Me acusa para regocijo y carcajadas de todo el salón.
Recordar que a esa edad todo era felicidad e ilusión Tampoco era un santo o… ¿sí?
Recordar que a esa edad todo era felicidad e ilusión Tampoco era un santo o… ¿sí?
Por: Samuel Nieves Reyes
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