Cuando se va entrando a la juventud surge la inquietud de querer
conocer la ciudad de Lima, con las buenas noticias que traen los que residen ya
en la capital de la república, cada vez que vuelven a la tierra para agradecer
al Santo Patrón San Pedro por todo los beneficios que reciben, acompañándolo en cada fiesta de junio por las
promesas hechas, Juan pedía con bastante devoción al Santo Patrón le conceda la
oportunidad para poder viajar a la gran ciudad ilusionándose y poder algún día ser
como los “limeños” que volvían
orgullosos de vivir en la capital.
Se le dio la oportunidad que tanto esperaba no pensó dos veces y se decidió a partir con
la ilusión que le embargaba pidió ayuda a los familiares para poder financiar
el viaje y vendiendo algunos de los
animales que criaba, muy contento se preparó para viajar y abordó el ómnibus de
la empresa de transportes “EL HERALDO DE LOS ANDES” cuyos dueños Coronguinos ellos, apostaron por
el servicio interprovincial de pasajeros con mucho entusiasmo. Su recorrido: CORONGO
– LA PAMPA – YUNGAYPAMPA - viceversa
Se acomodó en el
asiento reservado en su boleto y partió lleno de emoción por el primer viaje de
su vida en un vehículo motorizado rumbo hacia la estación del tren en
Yungaypampa, el ómnibus lentamente hacia su recorrido, observaba el con nostalgia los lugares conocidos que tantas
veces había caminado y que comenzaba a dejar, pensando en silencio recordaba que se alejaba cada vez mas de Rosita la novia
que triste quedo en la despedida de la noche anterior a pesar de la promesa
hecha que regresaría por ella. ¿Cuándo
volveré a contemplar nuevamente estos lugares? Se preguntaba, la nostalgia lo
embargaba. Las infinitas curvas y zigzag que recorría el vehículo hiso
que de un momento a otro empezara a sentir los estragos del viajero que
por primera vez va con dirección a la costa:
mareos y nauseas, adiós al buen desayuno preparado por la mamita que se había
quedado triste en casa por la partida de su hijo primogénito.
En su lento recorrido
de descenso el vehículo después de pasar por la peligrosa zona de la
Culebrilla, cruza el puente de rio Rupaj, los baños termales de Pacatqui avanzando
pesadamente en el estrecho camino carretero que recorren con la velocidad
controlada, en este trecho por las pendientes
muy pronunciadas que le ponían los
nervios de punta cuando se atrevía a observarlos por la ventanilla, cerraba los
ojos tratando de no pensar que se encontraba pasando por esos lugares, llegan a
La Pampa una explanada hermosa de verdes
campiñas y clima templado donde hace una primera parada para que algún pasajero
suba para viajar o baje por haber llegado a su destino, tiempo que es aprovechando
para tomar un desayuno o comprar las exquisitas frutas producidas en sus
huertos: paltas, limas, pacaes, naranjas o tamales que ofrecen los vendedores
del lugar.
Transcurrido el tiempo necesario de parada, emprenden
nuevamente el viaje y con ello el comienzo de las interminables curvas en el
ascenso hacia tres cruces y el comienzo de nuevos y profundos abismo cruzando en el trayecto el río Coronguillo que
desciende directamente del Champara hermoso nevado tutelar que vigila a
Corongo.
Algunos pasajeros piden al chofer parar para poder beber el agua que baja de las alturas, pues serán los últimos sorbos que tomen del inigualable sabor del líquido elemento de nuestra serranía.
Algunos pasajeros piden al chofer parar para poder beber el agua que baja de las alturas, pues serán los últimos sorbos que tomen del inigualable sabor del líquido elemento de nuestra serranía.
Llegan a Santa Rosa casa hacienda de mejores tiempos y
comienza la monotonía del descenso de la ruta del viaje, esta es rota cuando alguien
en el ómnibus comenta que allá en fondo ya se deja ver la estación de
Yungaypampa junto al caudaloso rio Santa, se estaban acercando al final de la
travesía y había que alistarse para bajar y temer
que esperar a que el tren de Chimbote llegue.
Juan que viajaba junto a un familiar, se alistó a descender del vehículo, que se
estacionó en un pampón inmenso junto a
otros ómnibus llegados de las provincias vecinas a Corongo como Pomabamba o
Siguas y pueblos de la parte nororiental de la serranía del departamento
ancashino. Se podía leer en cada vehículo el logo de las empresas a la que pertenecían como: EMP. DE TRANSPORTES
BELTRÁN, TRANSPORTES MARINO, EXPRESO ROJO, TRANSPORTES PAZ, todos ellos
pioneros del transporte de pasajeros y carga y del progreso de muchos pueblos de las
rutas que recorrían diariamente, en el
Nor-Oriente del departamento de ANCASH.
Observaba por primera vez que todo el ambiente en su alrededor era
diferente había bastante movimiento de
gente quedando impresionado por el ajetreo
general el ir y venir de tantas personas con preocupaciones y angustias que todo viajero
pasa.
Alguien preguntó la hora:
- Oiga paisano: ¿qué hora será? Se escuchó decir
- Va a ser las once y treinta de la mañana y creo que el tren
ya debe estar por llegar
- Seguro que si
-¿Viajan a Lima? Preguntan
-Si vamos a Lima y ¿Usted?
-Voy a Trujillo a ver mis negocios responde
-A qué bien.
El tiempo transcurría y Juan comenzó a preocuparse porque le
habían contado que el tren era una maquina gigantesca y que hacía mucho ruido y
era como el trotar de mil caballos. Se acomodó en unas bancas de la
estación junto al familiar que lo
acompañaba y se pone a contemplar los rieles de la vía férrea e imagina la forma de como vería la llegada de
la máquina del tren que halaba los vagones de pasajeros y de carga, se puso un
poco nervioso solo de imaginar su llegada, de rato en rato logra escuchar el
ruido del caudaloso rio Santa cuando de un momento a otro escucha el ulular de
la locomotora anunciando que se estaba acercando a la estación, este aviso de
la llegada del tren origina un ajetreo general, la gente comienza a preparase
al arribo corriendo algunos en busca de sus equipajes o de algún familiar
distraído. En ese momento logra divisar
a un máquina de color negro que hacia un ruido cada vez más ensordecedor con
unas ruedas de fierro de color rojo muy grandes que en su rodar por los rieles
hacía temblar la tierra, se escuchaba también el sonido de una campana que con
un “tin tan tin tan” cadencioso que acompañaba el movimiento cada vez más lento
de la maquina por los frenos aplicados al tren por el conductor para detener
definidamente el inmenso vehículo de transporte.
Juan estaba asustado casi paralizado, cuando observa que de
los diferentes vagones descienden los pasajeros que venían de Chimbote, los
jaladores de los ómnibus de transporte
que esperan al pie de las escalinatas de los vagones se comenzaban a
disputar los pasajeros ofreciendo cada uno el mejor servicio de transportes y
la llegada a su destino en el menor tiempo posible además de sacarles con
garantía absoluta de los almacenes de la estación su equipaje de viaje y
acondicionarlo en su respectivo ómnibus con la absoluta garantía que llegaran
conforme.
Los vendedores de frutas, helados, refrescos aprovechan la
parada para ofrecer sus mercaderías los cuales son adquiridos por los pasajeros
que siguen en ruta hasta Huallanca.
Transcurridos unos veinte minutos de parada del tren alguien
comenzó a gritar:
- ¡Los pasajeros con
destino a Huallanca alístense a abordar
que el tren va partir!
Efectivamente el tren tenía que partir hacia su última
estación del recorrido y puerta de entrada al hermoso callejón de Huaylas visitados
por turistas y montañistas extranjeros que viajan en el vagón de primera clase,
con todos los servicios, comodidades y atenciones que estos pasajeros
requieren.
Junto al tren se observa a un hombre vestido con uniforme y
quepí en la cabeza algo subido de peso que hace sonar un silbato dando la orden
de partir al maquinista, y este le responde con un toque de pito de la
locomotora que todo está listo para partir, comenzando la maquina a rugir con violencia y a votar
bocanadas de humo negro por su chimenea cada vez con más fuerza para que
lentamente comience a moverse el tren dando de rato en rato toques del pito para que
despejen la vía férrea los peatones que lo cruzan desprevenidos.
Juan observaba a las maniobras de la máquina sin poder
comprender aun como podía ser operado por un solo hombre que lentamente comienza a avanzar emprendiendo
la marcha pesadamente hasta alejarse definitivamente hacia la última estación
de su recorrido, cree haber contado unos quince vagones que los ve desaparecer
en la distancia.
Tenemos que esperar que el tren regrese de Huallanca para
poder abordarlo y comience nuestro viaje hacia Chimbote le dijo a Juan su
acompañante, creo que no será más de una hora la espera si no hay ningún
inconveniente, podemos aprovechar para
almorzar y esperar tranquilos la vuelta de la maquina vamos en busca de
un restaurant para almorzar.
Para Juan era la primera vez que ingresaba a uno y sentarse
en una mesa para poder almorzar, se acercó una señorita para atenderlos en sus
pedidos siendo estos ordenados inmediatamente con los platos solicitados por su
acompañante los cuales fueron ingeridos con tal avidez por parte de Juan que
quedo totalmente satisfecho por la comida que servían sintiéndolo muy deliciosa
al paladar.
-Señorita: tráigame dos gaseosas de fresa… pero que sean Concordia
ordeno el acompañante de Juan ¡ah y la
cuenta también!
-¿los quiere heladas?
-si… heladas
Calmada la sed volvieron a la banca de la estación a esperar las
vuelta del tren de Huallanca, no paso
mucho tiempo cuando escucharon que este se anunciaba con toques de pito en la
distancia y fue apareciendo la máquina, acompañado por la campana y su cadencia
de sus toques alertando a todos los que esperaban viajar hacia la costa, el
tren fue disminuyendo la velocidad oyéndose los chillidos desprendidos del roce
de sus ruedas de fierro y los rieles de la vía férrea de la jadeante locomotora.
Se escuchan chasquidos por doquier y escapes de vapor violentos, el tren se
detiene definitivamente.
-Tenemos que abordar el vagón
de segunda le dice a Juan el familiar y buscar algún asiento desocupado
no te olvides de subir tu costalillo con tu ropa y tienes que estar con los
ojos bien abiertos para no descuidar tu equipaje pues el vagón viene ya con pasajeros
de Huallanca, y no se te vaya a confundir el tuyo con la de los que están a bordo.
Efectivamente trepa la escalera del vagón y entra a ella y se
quedó impresionado por la cantidad de pasajeros que viajaban, el ómnibus que lo
había transportado de Corongo es pequeño al lado de esto se dijo. El acompañante encontró dos a cientos
desocupados y se instalaron e indico a Juan que su equipaje lo acomode en la
canastilla que estaba encima de ellos no sin antes recordarle que no se descuide
del mismo pues tenía que ser desconfiado
de la gente que viajaban con ellos pues no faltaban algunos pillos al asecho.
Juan se acomodó en el asiento de la ventanilla y comenzó a
mirar a los que no estaban a bordo del tren los veía pequeños, veía mucho
ajetreo de los empleados del ferrocarril que cargaban el vagón de equipajes y
los controladores que verificaban con papeles en la mano que todo esté en orden
para la partida del tren hacia Chimbote.
El hombre uniformado con quepí que se encontraba junto a la
maquina dio el aviso de partida haciendo sonar un silbato que indicaba al
maquinista que podía emprender el viaje, esta señal es respondido con un sonar
del pito de la locomotora en forma alternada dado por el conductor en señal de
conformidad escuchándose luego el
estruendo que hace el vapor para forzar el inicio de la marcha.
En su asiento Juan comienza a sentir unos tirones casi violentos y escucha el rodar de
las ruedas de su vagón que lentamente comienza a avanzar hasta tomar cierta velocidad,
escucha los traqueteos que hacen las ruedas cada vez más constante hasta
hacerse un sonido rítmico. Tomándose confianza Juan de rato en rato saca la cabeza por la
ventana para contemplar a la locomotora de vapor avanzar rio abajo jadeante de
devorar los kilómetros de su recorrido, quedando impresionado al ver rodar las
inmensas ruedas rojas de la máquina y cada vez más rápido los giros de estas,
desapareciendo a veces en las curvas de la vía para volver a aparecer en otra
curva, todo era impresionante mirar como la vía iba al borde del rio que a ratos
se dejaba escuchar como un murmullo la corriente del caudaloso rio Santa.
Juan se sentía feliz por estas nuevas sensaciones que estaba
viviendo, contemplaba las hermosas cascadas de agua que bajaban de las inmensas
montañas para desembocar en el rio Santa. Se acomoda en su asiento y vuelve su
atención al interior del vagón observando a una persona uniformada y quepí en la cabeza que pedía a cada uno de los
pasajero sus boletos para verificar que todos hayan pagado su pasaje de viaje
los cuales eran picados por un aparato que tenía en la mano dando su
conformidad, era el controlador del tren.
Se escucha el ulular de la locomotora y un empleado del tren
igualmente uniformado comienza a recorrer el vagón de Juan anunciando que se
están acercando a la estación de Mayucacyan (Yuramarca) donde el tren se
detiene para recoger pasajeros y subir la carga de frutas que se venderán en el
mercado de Chimbote, esta parada es aprovechado por vendedores del lugar para
ofrecer naranjas, mangos y cuanta fruta se produzca en la zona para ofrecer a
los pasajeros de los diferentes vagones del tren, también ofrecen algunas
viandas que son servidas en pedazos de papel
manteca o en hojas de plátano que algunos antojado compran.
Esta rutina del viaje se repetirá en las diferentes
estaciones que se asientan en los bordes del rio Santa hasta llegar a Chimbote.
Después de unas tres horas de viaje Juan contempla que el
paisaje serrano quedo atrás y ve que ha cambiado, llega el tren a la estación
de Tablones la locomotora se abastece de agua por última vez para su trayecto
hasta Chimbote, suben los vendedores ofreciendo la deliciosa causa, un plato a
base de pescado envuelto en hoja de plátano que los viajeros comen ávidamente o
un combinado de tallarín con arroz que es servido en papel de bolsas de azúcar
o las deliciosas papas rellenas en papel de despacho, el tren reinicia su marcha
y va alejando del cauce del rio Santa internándose al largo de interminables
fundos con sembríos que Juan no logra identificar el tipo de plantas, todo se
ve verde, las chacras son totalmente planas e inmensas, hermoso paisaje para
ser contemplado desde la marcha del tren más aun cuando en el horizonte el sol
empieza a perderse originando unos bellísimos contrastes en el cielo de color
rojizo y gris de las nubes, por el tiempo que demora en recorrerlo parecen
interminables.
Al cabo de un buen rato comienza a cambiar el paisaje Juan
observa que todo se vuelve árido, es el
comienzo del inmenso desierto de arena que el ferrocarril recorrerá con
monotonía solo roto por el ruido del rodar del vagón que a ratos parece
escucharse a una orquesta de sonidos monocordes en un traqueteo constante.
A medida que el tren
avanza un olor a pescado se empieza a sentir en el ambiente alguien comenta que
ese olor lo emiten las grandes fábricas pesqueras del puerto de Chimbote a
pesar de la distancia que separa todavía al tren y esta ciudad.
-Estamos ya cerca de Chimbote le dice a Juan su acompañante,
debemos alistarnos y estar con los ojos
bien abiertos cuando descendamos del tren en la estación pues los ladrones
están al asecho de todos los que llegan de la sierra para tratar de robarle.
El tren anuncia su presencia en la línea férrea tocando su
pito a cada instante pues está entrando ya a zonas urbanas y para que tengan
cuidado los desprevenidos y se quede la vía libre de peatones porque no faltan
los que se atreven a cruzarla desafiando la cercanía del ferrocarril.
- Estamos entrando ya
a la ciudad Chimbote comentan los pasajeros y empiezan a levantarse de sus
asientos en busca de sus respectivos equipajes que están en la canastilla del
vagón.
- Si, es momento de alistar las cosas que traemos para poder
estar tranquilos cuando el tren pare en la estación para descender le dicen a Juan.
Llega el ferrocarril al ingreso de un inmenso canchón tocando
la campana, se oyen chillidos del rose de las ruedas y los rieles, el tren se
detiene. Hemos llegado dice el acompañante es momento de bajar no te vayas a
separar de mí y no descuides tu equipaje, Juan sale con su acompañante de la
estación, percibe un ambiente diferente,
siente un poco de calor y olor a pescado,
ve a mucha gente en las afueras de la estación todo esto le parece un sueño
mira una gran cantidad de vehículos motorizados de todo tamaño y color, escucha
el claxon de los autos que recorren la av. José Gálvez con variados tonos transitando
en ida y vuelta no lo puede creer al ver también tantos negocios, con letreros
luminosos y todo lo demás que nunca había visto
-¿Impresionado? Pregunta su acompañante
-Si responde Juan casi murmurando
-Mira ahí está un ómnibus de Expreso Norandino tenemos que reservar los asientos para viajar
a Lima esta noche vamos a ver si podemos subir de una vez escucha decir.
Comienza a caer la
noche ya y Juan contemplaba en silencio
a su alrededor y a ratos percibía un olor a comida logrando divisar
entre la gente un fuego que era atizado por una señora y pregunta:
-Mira ¿Qué es eso?
- Ah, es un puesto de venta de anticuchos le contestan.
-¿Anticuchos?
-Si son trozos de corazón de res ensartados en palos de caña
y son cosidos a fuego vivo de carbón por eso esa llama que ves de rato en rato
- A ya, le contesta
Se instalan en el bus descansar y a consumir el fiambre
preparado en su lejana casa para aplacar el hambre y esperar la hora de inicio
del viaje hacia Lima.
Llega la hora de partir hacia la Capital el cansancio del
largo viaje desde su salida de su ya lejano Corongo hiso que se quedara dormido
profundamente, no sintió el largo recorrido del viaje que el ómnibus hizo pues
cuando despertó estaba ya en la ciudad de
Lima que tanto había anhelado conocer.
El ómnibus llego a su oficinas en el centro de la ciudad y bajaron
en las agencia de la empresa de transportes, tomaron un taxi con dirección al
Rimac llegando al lugar de residencia de su acompañante, fue recibido con alegría por los familiares de
este dándole la bienvenida.
Pasa el primer día y se da cuenta que el lugar donde se
alojaba estaba en un callejón donde
habían muchas puertas de ingreso a hogares con muchos habitantes que utilizaban
un solo caño para abastecerse de agua así como también un solo baño de servicios higiénicos, Juan
tuvo que adaptarse a esta nueva forma de vida.
Pasaron un par de días más, cuando le dicen a Juan:
-Te he conseguido un trabajo en el hotel Bolívar, al parecer
necesitan de un ayudante de cocina así
que me han dicho que mañana te presentes
bien temprano para una
entrevista de rutina y empieces a
trabajar.
- ¡Qué bien! les agradezco por la preocupación les
contesto.
-Entonces a si quedamos
-Muy bien, contesto
Juan que se alegró por la noticia.
Al día siguiente se levantó muy temprano para abastecerse de
agua y asearse estando listo para luego dirigirse hasta el restaurant del hotel
Bolívar por su familiar para entrevistarse con el jefe de personal quien le
hace una serie de preguntas de rutina y luego lo lleva hacia la cocina donde le
presenta a la persona que le indicara las tareas que tendrá que hacer durante
sus horas de labor.
Juan se sorprendió porque todos los que trabajan en la cocina
están impecablemente vestidos con un uniforme blanco con gorras especiales en
la cabeza, terminada la entrevista le entrega su uniforme e indican la puerta
del vestuario donde debería ponérselo y guardar su vestimenta en el casillero
que le asignaron, luego de unos minutos salió y se puso a la orden. Comenzó a
trabajar haciendo la limpieza como lo habían ordenado y sacando los depósitos
de basura que se llenaban a un lugar reservado para estos para luego ser
cargarlos a la llegaba el camión recolector.
En el transcurso de la mañana le avisan que el camión
recolector de los desperdicios había llegado y tenía que ir a entregarlo al
conductor.
Sale presuroso a cumplir con la tarea y se encuentra con una
persona que vociferaba:
¡A ver serranos de mierda!
¡Apúrense en sacar esos cilindros de basura carajo que no tengo tiempo
para estar esperándolos!
¡Que se han creído carajo! ¡Que yo vengo a contemplarles su
linda cara!
Juan no podía creer lo que veía y escuchaba apresurándose a terminar de sacar todos los
depósitos con un notorio nerviosismo situación que era observado por el
prepotente conductor que esbozaba una sonrisa sarcástica de placer por la
humillación que esbozaba.
Al siguiente día llegaba nuevamente por los depósitos y para
variar comenzaba a vociferar:
-¡Cholos de mierda! ¡Qué
les pasa hoy! ¡Están más lentos que
ayer! ¡Si van a estar lentos! ¿Por qué mierda no se quedaron en su tierra?
¡Carajo! ¡Que hacen en Lima!
Y esa era la rutina de todos los días, Juan escuchaba las
humillaciones en silencio tragándose su cólera sin decir nada agachando la cabeza
ante tanta prepotencia nunca se imaginó que en la ciudad de sus sueños podrían existir
esa clase de gente perversa en el trato a sus semejantes, pero a pesar de los
problemas que se presentaban siguió trabajando sin desmayar para poder alcanzar
la meta que se había trazado.
Paso más de un largo año de persistente trabajo comenzando a
ser recompensado por su esfuerzo y pudo ascendido a ayudante de cocina, el jefe de su área se
encontraba muy contento por su desempeño le comunico que le tocaba salir de vacaciones
pidiéndole que escoja el mes que quiera, contento el escogió el mes de junio
para poder viajar y cumplir la promesa
hecha al patrón San Pedro antes de su
partida a Lima y agradecerle por las bendiciones recibidas.
Llego el esperado mes de junio y eligió el día que comenzaría
sus vacaciones con suficiente tiempo para emprender la vuelta a su querida
tierra con la inmensa ilusión que toda regreso al terruño siente el provinciano
que siempre lo añora.
Llego a Corongo días antes del rompimiento para alegría de
sus familiares contando lo bien que estaba en Lima, trabajando y ahorrando el
dinero que ganaba el cual le alcanzó
para comprar la ropa y los regalos que
había traído para sus seres queridos. Ah y el hermoso vestido para su amada
Rosita que lloro de alegría al verlo llegar.
El 29 día central de la fiesta se fue temprano a la Misa en
honor al Santo Patrón llego antes que se inicie a la Iglesia busco una buena ubicación
y se puso rezar y agradecer a San Pedro por los logros obtenidos.
Se inició la Misa escuchando atentamente la alocución del
párroco en alusión a la fecha de por el día central de la fiesta en honor a San
Pedro.
El párroco dice en uno
de los pasajes de la misa
-¡Que la paz sea con todos vosotros!
- ¡Daos la paz!
Acto que es acatado por todos los asistentes.
Juan que se encontraba de pie en una de las bancas se sentía
regocijado dando la paz con todos los que se encontraban junto a él, cuando voltea
a darle el abrazo de la paz al vecino de atrás se queda mirando a un hombre
bien vestido que le recordaba a alguien
que conocía pero dudaba en reconocerlo pues este señor lucía un buen terno,
camisa con gemelos de oro, sortija de oro, brazalete de oro. Trataba de
recordar el lugar donde lo había visto hasta que:
¡Logra reconocerlo!
¡Era nada menos que El chofer que recogía la basura en el
hotel Bolívar!
No lo podía creer tenerlo al frente bien vestido y peinado
irreconocible a como lucia en su trabajo cuando llegaba en busca de los
cilindros con desperdicios de la cocina hotel.
La misma sensación de sorpresa siente este personaje al mirar
a Juan para intercambiar los deseos de la paz entre los asistentes a la misa y
se:
¡Quedándose igualmente paralizado al reconocer a Juan!
-Titubeo y pregunta nerviosamente:
¿Eres de aquí… Juan?
-Si…. señor soy de aquí
- Pero como es el mundo de chico le dice:
¿Porque no me dijiste?
O comentaste de donde eras
-Cómo cree que podría haberle dicho, le contesto si Ud. En Lima es otra persona totalmente diferente
a como lo veo ahora
El valiente chofer comenzó a titubear y a ponerse nervioso y dijo:
-Yo también soy Coronguino, pero hace más de veinte años que
no venía a la fiesta de San Pedro.
Fue lo último que Juan escucho porque en un descuido de el y
aprovechando el tumulto de la gente desapareció avergonzado del lugar.
Continuará...
Artículo escrito por: Samuel Nieves Reyes
2 Comments
ES MUY INTERESANTE LA PRESENTACIÓN DE SAMUEL, CREO QUE TODOS LOS CORONGUINOS SOMOS EL PERSONAJE JUAN, FELICITACIONES MI ESTIMADO AMIGO, ASI MISMO A RAUL QUIEN CONTEMPLA DESDE SU TIENDA LA INMENSIDAD DE SU HACIENDA ALLAUCAN. SALUDOS RUDY.
ReplyDeleteEfectivamente Rudy tienes razon, yo creo al leer este articulo, nos vamos metiendo en el personaje. Que bonita narración y sobre todos recuerdos aquellos. Yo soy de Sihuas
ReplyDeletepero igual en este caso yo soy "juan".
Un abrazo a los matasampedros Eduardo Moreno Falcon