Juan en busca de una nueva vida...

Cuando se va entrando a la juventud surge la inquietud de querer conocer la ciudad de Lima, con las buenas noticias que traen los que residen ya en la capital de la república, cada vez que vuelven a la tierra para agradecer al Santo Patrón San Pedro por todo los beneficios que reciben,  acompañándolo en cada fiesta de junio por las promesas hechas, Juan pedía con bastante devoción al Santo Patrón le conceda la oportunidad para poder viajar a la gran ciudad ilusionándose y poder algún día ser como los “limeños” que  volvían orgullosos de vivir en la capital. 

Se le dio la oportunidad que tanto esperaba  no pensó dos veces y se decidió a partir con la ilusión que le embargaba pidió ayuda a los familiares para poder financiar el viaje y vendiendo  algunos de los animales que criaba, muy contento se preparó para viajar y abordó el ómnibus de la empresa de transportes “EL HERALDO DE LOS ANDES”  cuyos dueños Coronguinos ellos, apostaron por el servicio interprovincial de pasajeros con mucho entusiasmo. Su recorrido: CORONGO – LA PAMPA – YUNGAYPAMPA - viceversa

 Se acomodó en el asiento reservado en su boleto y partió lleno de emoción por el primer viaje de su vida en un vehículo motorizado rumbo hacia la estación del tren en Yungaypampa, el ómnibus lentamente hacia su recorrido, observaba el  con nostalgia los lugares conocidos que tantas veces había caminado y que comenzaba a dejar, pensando en silencio recordaba  que se alejaba cada vez mas de Rosita la novia que triste quedo en la despedida de la noche anterior a pesar de la promesa hecha que regresaría  por ella. ¿Cuándo volveré a contemplar nuevamente estos lugares? Se preguntaba, la nostalgia lo embargaba. Las infinitas curvas y zigzag que recorría el vehículo  hiso  que de un momento a otro empezara a sentir los estragos del viajero que por primera vez  va con dirección a la costa: mareos y nauseas, adiós al buen desayuno preparado por la mamita que se había quedado triste en casa por la partida de su hijo primogénito.

 En su lento recorrido de descenso el vehículo después de pasar por la peligrosa zona de la Culebrilla, cruza el puente de rio Rupaj, los baños termales de Pacatqui avanzando pesadamente en el estrecho camino carretero que recorren con la velocidad controlada, en este trecho por las  pendientes muy pronunciadas que le ponían  los nervios de punta cuando se atrevía a observarlos por la ventanilla, cerraba los ojos tratando de no pensar que se encontraba pasando por esos lugares, llegan a  La Pampa una explanada hermosa de verdes campiñas y clima templado donde hace una primera parada para que algún pasajero suba para viajar o baje por haber llegado a su destino, tiempo que es aprovechando para tomar un desayuno o comprar las exquisitas frutas producidas en sus huertos: paltas, limas, pacaes, naranjas o tamales que ofrecen los vendedores del lugar.

Transcurrido el tiempo necesario de parada, emprenden nuevamente el viaje y con ello el comienzo de las interminables curvas en el ascenso hacia tres cruces y el comienzo de nuevos y profundos abismo  cruzando en el trayecto el río Coronguillo que desciende directamente del Champara hermoso nevado tutelar que vigila a Corongo.


Algunos pasajeros piden al chofer parar para poder beber el agua que baja de las alturas, pues serán los últimos sorbos que tomen del inigualable sabor del líquido elemento de nuestra serranía.

Llegan a Santa Rosa casa hacienda de mejores tiempos y comienza la monotonía del descenso de la ruta del viaje, esta es rota cuando alguien en el ómnibus comenta que allá en fondo ya se deja ver la estación de Yungaypampa junto al caudaloso rio Santa, se estaban acercando al final de la travesía y había que alistarse para bajar y  temer  que esperar a que el tren de Chimbote llegue.

Juan que viajaba junto a un familiar,  se alistó a descender del vehículo, que se estacionó  en un pampón inmenso junto a otros ómnibus llegados de las provincias vecinas a Corongo como Pomabamba o Siguas y pueblos de la parte nororiental de la serranía del departamento ancashino. Se podía leer en cada vehículo el logo de las empresas a  la que pertenecían como: EMP. DE TRANSPORTES BELTRÁN, TRANSPORTES MARINO, EXPRESO ROJO, TRANSPORTES PAZ, todos ellos pioneros del transporte de pasajeros y carga  y del progreso de muchos pueblos de las rutas  que recorrían diariamente, en el Nor-Oriente del departamento de ANCASH.  Observaba por primera vez que todo el ambiente en su alrededor era diferente había  bastante movimiento de gente quedando impresionado  por el ajetreo general el ir y venir de tantas personas con   preocupaciones y angustias que todo viajero pasa.
Alguien preguntó la hora:
- Oiga paisano: ¿qué hora será?  Se escuchó decir
- Va a ser las once y treinta de la mañana y creo que el tren ya debe estar por llegar
- Seguro que si  
-¿Viajan a Lima? Preguntan
-Si vamos a Lima y ¿Usted?
-Voy a Trujillo a ver mis negocios responde
-A qué bien.

El tiempo transcurría y Juan comenzó a preocuparse porque le habían contado que el tren era una maquina gigantesca y que hacía mucho ruido y era como el trotar de mil caballos. Se acomodó en unas bancas de la estación  junto al familiar que lo acompañaba y se pone a contemplar los rieles de la vía férrea  e imagina la forma de como vería la llegada de la máquina del tren que halaba los vagones de pasajeros y de carga, se puso un poco nervioso solo de imaginar su llegada, de rato en rato logra escuchar el ruido del caudaloso rio Santa cuando de un momento a otro escucha el ulular de la locomotora anunciando que se estaba acercando a la estación, este aviso de la llegada del tren origina un ajetreo general, la gente comienza a preparase al arribo corriendo algunos en busca de sus equipajes o de algún familiar distraído. En ese momento  logra divisar a un máquina de color negro que hacia un ruido cada vez más ensordecedor con unas ruedas de fierro de color rojo muy grandes que en su rodar por los rieles hacía temblar la tierra, se escuchaba también el sonido de una campana que con un “tin tan tin tan” cadencioso que acompañaba el movimiento cada vez más lento de la maquina por los frenos aplicados al tren por el conductor para detener definidamente el inmenso vehículo de transporte.

Juan estaba asustado casi paralizado, cuando observa que de los diferentes vagones descienden los pasajeros que venían de Chimbote, los jaladores de los ómnibus de transporte  que esperan al pie de las escalinatas de los vagones se comenzaban a disputar los pasajeros ofreciendo cada uno el mejor servicio de transportes y la llegada a su destino en el menor tiempo posible además de sacarles con garantía absoluta de los almacenes de la estación su equipaje de viaje y acondicionarlo en su respectivo ómnibus con la absoluta garantía que llegaran conforme.

Los vendedores de frutas, helados, refrescos aprovechan la parada para ofrecer sus mercaderías los cuales son adquiridos por los pasajeros que siguen en ruta hasta Huallanca.

Transcurridos unos veinte minutos de parada del tren alguien comenzó a gritar:
-  ¡Los pasajeros con destino a  Huallanca alístense a abordar que el tren va partir!
Efectivamente el tren tenía que partir hacia su última estación del recorrido y puerta de entrada al hermoso callejón de Huaylas visitados por turistas y montañistas extranjeros que viajan en el vagón de primera clase, con todos los servicios, comodidades y atenciones que estos pasajeros requieren.

Junto al tren se observa a un hombre vestido con uniforme y quepí en la cabeza algo subido de peso que hace sonar un silbato dando la orden de partir al maquinista, y este le responde con un toque de pito de la locomotora que todo está listo para partir, comenzando  la maquina a rugir con violencia y a votar bocanadas de humo negro por su chimenea cada vez con más fuerza para que lentamente comience a moverse el tren  dando de rato en rato toques del pito para que despejen la vía férrea los peatones que lo cruzan  desprevenidos.

Juan observaba a las maniobras de la máquina sin poder comprender aun como podía ser operado por un solo hombre  que lentamente comienza a avanzar emprendiendo la marcha pesadamente hasta alejarse definitivamente hacia la última estación de su recorrido, cree haber contado unos quince vagones que los ve desaparecer en la distancia.

Tenemos que esperar que el tren regrese de Huallanca para poder abordarlo y comience nuestro viaje hacia Chimbote le dijo a Juan su acompañante, creo que no será más de una hora la espera si no hay ningún inconveniente, podemos aprovechar para  almorzar y esperar tranquilos la vuelta de la maquina vamos en busca de un restaurant para almorzar.

Para Juan era la primera vez que ingresaba a uno y sentarse en una mesa para  poder almorzar,  se acercó una señorita para atenderlos en sus pedidos siendo estos ordenados inmediatamente con los platos solicitados por su acompañante los cuales fueron ingeridos con tal avidez por parte de Juan que quedo totalmente satisfecho por la comida que servían sintiéndolo muy deliciosa al paladar.
-Señorita: tráigame dos  gaseosas de fresa… pero que sean Concordia ordeno el acompañante de Juan  ¡ah y la cuenta también!
-¿los quiere heladas?
-si… heladas

Calmada la sed volvieron a la banca de la estación a esperar las vuelta del tren de Huallanca,  no paso mucho tiempo cuando escucharon que este se anunciaba con toques de pito en la distancia y fue apareciendo la máquina, acompañado por la campana y su cadencia de sus toques alertando a todos los que esperaban viajar hacia la costa, el tren fue disminuyendo la velocidad oyéndose los chillidos desprendidos del roce de sus ruedas de fierro y los rieles de la vía férrea de la jadeante locomotora. Se escuchan chasquidos por doquier y escapes de vapor violentos, el tren se detiene definitivamente.

-Tenemos que abordar el vagón  de segunda le dice a Juan el familiar y buscar algún asiento desocupado no te olvides de subir tu costalillo con tu ropa y tienes que estar con los ojos bien abiertos para no descuidar tu equipaje pues el vagón viene ya con pasajeros de Huallanca, y no se te vaya a confundir el tuyo con la de los  que están a bordo.

Efectivamente trepa la escalera del vagón y entra a ella y se quedó impresionado por la cantidad de pasajeros que viajaban, el ómnibus que lo había transportado de Corongo es pequeño al lado de esto se dijo. El  acompañante encontró dos a cientos desocupados y se instalaron e indico a Juan que su equipaje lo acomode en la canastilla que estaba encima de ellos no sin antes recordarle que no se descuide del mismo pues tenía  que ser desconfiado de la gente que viajaban con ellos pues no faltaban algunos pillos al asecho.

Juan se acomodó en el asiento de la ventanilla y comenzó a mirar a los que no estaban a bordo del tren los veía pequeños, veía mucho ajetreo de los empleados del ferrocarril que cargaban el vagón de equipajes y los controladores que verificaban con papeles en la mano que todo esté en orden para la partida del tren hacia Chimbote.

El hombre uniformado con quepí que se encontraba junto a la maquina dio el aviso de partida haciendo sonar un silbato que indicaba al maquinista que podía emprender el viaje, esta señal es respondido con un sonar del pito de la locomotora en forma alternada dado por el conductor en señal de conformidad  escuchándose luego el estruendo que hace el vapor para forzar el inicio de la marcha.

En su asiento Juan comienza a sentir unos  tirones casi violentos y escucha el rodar de las ruedas de su vagón que lentamente comienza a avanzar hasta tomar cierta velocidad, escucha los traqueteos que hacen las ruedas cada vez más constante hasta hacerse un sonido rítmico. Tomándose confianza  Juan de rato en rato saca la cabeza por la ventana para contemplar a la locomotora de vapor avanzar rio abajo jadeante de devorar los kilómetros de su recorrido, quedando impresionado al ver rodar las inmensas ruedas rojas de la máquina y cada vez más rápido los giros de estas, desapareciendo a veces en las curvas de la vía para volver a aparecer en otra curva, todo era impresionante mirar como la vía iba al borde del rio que a ratos se dejaba escuchar como un murmullo la corriente del caudaloso rio Santa.

Juan se sentía feliz por estas nuevas sensaciones que estaba viviendo, contemplaba las hermosas cascadas de agua que bajaban de las inmensas montañas para desembocar en el rio Santa. Se acomoda en su asiento y vuelve su atención al interior del vagón observando a una persona   uniformada y  quepí en la cabeza que pedía a cada uno de los pasajero sus boletos para verificar que todos hayan pagado su pasaje de viaje los cuales eran picados por un aparato que tenía en la mano dando su conformidad, era el controlador del tren.

Se escucha el ulular de la locomotora y un empleado del tren igualmente uniformado comienza a recorrer el vagón de Juan anunciando que se están acercando a la estación de Mayucacyan (Yuramarca) donde el tren se detiene para recoger pasajeros y subir la carga de frutas que se venderán en el mercado de Chimbote, esta parada es aprovechado por vendedores del lugar para ofrecer naranjas, mangos y cuanta fruta se produzca en la zona para ofrecer a los pasajeros de los diferentes vagones del tren, también ofrecen algunas viandas que son servidas en  pedazos de papel manteca o en hojas de plátano que algunos antojado compran.

Esta rutina del viaje se repetirá en las diferentes estaciones que se asientan en los bordes del rio Santa hasta llegar a Chimbote.
Después de unas tres horas de viaje Juan contempla que el paisaje serrano quedo atrás y ve que ha cambiado, llega el tren a la estación de Tablones la locomotora se abastece de agua por última vez para su trayecto hasta Chimbote, suben los vendedores ofreciendo la deliciosa causa, un plato a base de pescado envuelto en hoja de plátano que los viajeros comen ávidamente o un combinado de tallarín con arroz que es servido en papel de bolsas de azúcar o las deliciosas papas rellenas en papel de despacho, el tren reinicia su marcha y va alejando del cauce del rio Santa internándose al largo de interminables fundos con sembríos que Juan no logra identificar el tipo de plantas, todo se ve verde, las chacras son totalmente planas e inmensas, hermoso paisaje para ser contemplado desde la marcha del tren más aun cuando en el horizonte el sol empieza a perderse originando unos bellísimos contrastes en el cielo de color rojizo y gris de las nubes, por el tiempo que demora en recorrerlo parecen interminables.

Al cabo de un buen rato comienza a cambiar el paisaje Juan observa  que todo se vuelve árido, es el comienzo del inmenso desierto de arena que el ferrocarril recorrerá con monotonía solo roto por el ruido del rodar del vagón que a ratos parece escucharse a una orquesta de sonidos monocordes en un traqueteo constante.

A medida que el tren avanza un olor a pescado se empieza a sentir en el ambiente alguien comenta que ese olor lo emiten las grandes fábricas pesqueras del puerto de Chimbote a pesar de la distancia que separa todavía al tren y esta ciudad.

-Estamos ya cerca de Chimbote le dice a Juan su acompañante, debemos  alistarnos y estar con los ojos bien abiertos cuando descendamos del tren en la estación pues los ladrones están al asecho de todos los que llegan de la sierra para tratar de robarle.
El tren anuncia su presencia en la línea férrea tocando su pito a cada instante pues está entrando ya a zonas urbanas y para que tengan cuidado los desprevenidos y se quede la vía libre de peatones porque no faltan los que se atreven a cruzarla desafiando la cercanía del  ferrocarril.

 - Estamos entrando ya a la ciudad Chimbote comentan los pasajeros y empiezan a levantarse de sus asientos en busca de sus respectivos equipajes que están en la canastilla del vagón.
- Si, es momento de alistar las cosas que traemos para poder estar tranquilos cuando el tren pare en la estación  para descender le dicen  a Juan.

Llega el ferrocarril al ingreso de un inmenso canchón tocando la campana, se oyen chillidos del rose de las ruedas y los rieles, el tren se detiene. Hemos llegado dice el acompañante es momento de bajar no te vayas a separar de mí y no descuides tu equipaje, Juan sale con su acompañante de la estación, percibe un ambiente  diferente, siente un poco de calor y  olor a pescado, ve a mucha gente en las afueras de la estación todo esto le parece un sueño mira una gran cantidad de vehículos motorizados de todo tamaño y color, escucha el claxon de los autos que recorren la av. José Gálvez con variados tonos transitando en ida y vuelta no lo puede creer al ver también tantos negocios, con letreros luminosos y todo lo demás que nunca había visto
-¿Impresionado? Pregunta su acompañante
-Si responde Juan casi murmurando

-Mira ahí está un ómnibus de Expreso Norandino  tenemos que reservar los asientos para viajar a Lima esta noche vamos a ver si podemos subir de una vez escucha decir.
 Comienza a caer la noche ya y Juan contemplaba en silencio  a su alrededor y a ratos percibía un olor a comida logrando divisar entre la gente un fuego que era atizado por una señora y pregunta:
-Mira ¿Qué es eso?
- Ah, es un puesto de venta de anticuchos le contestan.
-¿Anticuchos?
-Si son trozos de corazón de res ensartados en palos de caña y son cosidos a fuego vivo de carbón por eso esa llama que ves de rato en rato
- A ya, le contesta

Se instalan en el bus descansar y a consumir el fiambre preparado en su lejana casa para aplacar el hambre y esperar la hora de inicio del viaje hacia Lima.
Llega la hora de partir hacia la Capital el cansancio del largo viaje desde su salida de su ya lejano Corongo hiso que se quedara dormido profundamente, no sintió el largo recorrido del viaje que el ómnibus hizo pues cuando despertó estaba  ya en la ciudad de Lima que tanto había anhelado conocer.

El ómnibus llego a su oficinas en el centro de la ciudad y bajaron en las agencia de la empresa de transportes, tomaron un taxi con dirección al Rimac llegando al lugar de residencia de su acompañante,  fue recibido con alegría por los familiares de este dándole la bienvenida.   

Pasa el primer día y se da cuenta que el lugar donde se alojaba  estaba en un callejón donde habían muchas puertas de ingreso a hogares con muchos habitantes que utilizaban un solo caño para abastecerse de agua así como también  un solo baño de servicios higiénicos, Juan tuvo que adaptarse a esta nueva forma de vida.
Pasaron un par de días más, cuando le dicen a Juan:
-Te he conseguido un trabajo en el hotel Bolívar, al parecer necesitan de  un ayudante de cocina así que me han dicho que mañana te presentes  bien temprano para una  entrevista  de rutina y empieces a trabajar.

- ¡Qué bien! les agradezco por la preocupación   les contesto.

-Entonces a si quedamos

-Muy bien,  contesto Juan  que se alegró por la noticia.
Al día siguiente se levantó muy temprano para abastecerse de agua y asearse estando listo para luego dirigirse hasta el restaurant del hotel Bolívar por su familiar para entrevistarse con el jefe de personal quien le hace una serie de preguntas de rutina y luego lo lleva hacia la cocina donde le presenta a la persona que le indicara las tareas que tendrá que hacer durante sus horas de labor.

Juan se sorprendió porque todos los que trabajan en la cocina están impecablemente vestidos con un uniforme blanco con gorras especiales en la cabeza, terminada la entrevista le entrega su uniforme e indican la puerta del vestuario donde debería ponérselo y guardar su vestimenta en el casillero que le asignaron, luego de unos minutos salió y se puso a la orden. Comenzó a trabajar haciendo la limpieza como lo habían ordenado y sacando los depósitos de basura que se llenaban a un lugar reservado para estos para luego ser cargarlos a la llegaba el camión recolector.

En el transcurso de la mañana le avisan que el camión recolector de los desperdicios había llegado y tenía que ir a entregarlo al conductor.
Sale presuroso a cumplir con la tarea y se encuentra con una persona que vociferaba:

¡A ver serranos de mierda!   ¡Apúrense en sacar esos cilindros de basura carajo que no tengo tiempo para estar esperándolos!

¡Que se han creído carajo! ¡Que yo vengo a contemplarles su linda cara!
Juan no podía creer lo que veía y escuchaba  apresurándose a terminar de sacar todos los depósitos con un notorio nerviosismo situación que era observado por el prepotente conductor que esbozaba una sonrisa sarcástica de placer por la humillación que esbozaba.
Al siguiente día  llegaba nuevamente por los depósitos y para variar comenzaba a vociferar:

-¡Cholos de mierda!   ¡Qué les pasa hoy!  ¡Están más lentos que ayer!  ¡Si van a estar lentos!  ¿Por qué mierda no se quedaron en su tierra? ¡Carajo! ¡Que hacen en Lima!
Y esa era la rutina de todos los días, Juan escuchaba las humillaciones en silencio tragándose su cólera sin decir nada agachando la cabeza ante tanta prepotencia nunca se imaginó  que en la ciudad de sus sueños podrían existir esa clase de gente perversa en el trato a sus semejantes, pero a pesar de los problemas que se presentaban siguió trabajando sin desmayar para poder alcanzar la meta que se había trazado.

Paso más de un largo año de persistente trabajo comenzando a ser recompensado por su esfuerzo y pudo ascendido a  ayudante de cocina, el jefe de su área se encontraba muy contento por su desempeño  le comunico que le tocaba salir de vacaciones pidiéndole que escoja el mes que quiera, contento el escogió el mes de junio para poder viajar y cumplir  la promesa hecha al patrón  San Pedro antes de su partida a Lima y agradecerle por las bendiciones recibidas.

Llego el esperado mes de junio y eligió el día que comenzaría sus vacaciones con suficiente tiempo para emprender la vuelta a su querida tierra con la inmensa ilusión que toda regreso al terruño siente el provinciano que siempre lo añora.
Llego a Corongo días antes del rompimiento para alegría de sus familiares contando lo bien que estaba en Lima, trabajando y ahorrando el dinero que ganaba  el cual le alcanzó para comprar la ropa y  los regalos que había traído para sus seres queridos. Ah y el hermoso vestido para su amada Rosita que lloro de alegría al verlo llegar.

El 29 día central de la fiesta se fue temprano a la Misa en honor al Santo Patrón llego antes que se inicie a la Iglesia busco una buena ubicación y se puso rezar y agradecer a San Pedro por los logros obtenidos.

Se inició la Misa escuchando atentamente la alocución del párroco en alusión a la fecha de por el día central de la fiesta en honor a San Pedro. 
El párroco dice en  uno de los pasajes de la misa
-¡Que la paz sea con todos vosotros!
-  ¡Daos la paz!

Acto que es acatado por todos los asistentes.
Juan que se encontraba de pie en una de las bancas se sentía regocijado dando la paz con todos los que se encontraban junto a él, cuando voltea a darle el abrazo de la paz al vecino de atrás se queda mirando a un hombre bien vestido  que le recordaba a alguien que conocía pero dudaba en reconocerlo pues este señor lucía un buen terno, camisa con gemelos de oro, sortija de oro, brazalete de oro. Trataba de recordar el lugar donde lo había visto hasta que:

¡Logra reconocerlo!

¡Era nada menos que El chofer que recogía la basura en el hotel Bolívar!
No lo podía creer tenerlo al frente bien vestido y peinado irreconocible a como lucia en su trabajo cuando llegaba en busca de los cilindros con desperdicios de la cocina hotel.

La misma sensación de sorpresa siente este personaje al mirar a Juan para intercambiar los deseos de la paz entre los asistentes a la misa y se:
¡Quedándose igualmente paralizado al reconocer a Juan!
-Titubeo y  pregunta nerviosamente: ¿Eres de aquí… Juan?
-Si….  señor soy  de aquí
- Pero como es el mundo de chico le dice:
 ¿Porque no me dijiste?  O comentaste de donde eras
-Cómo cree que podría haberle dicho, le contesto  si Ud. En Lima es otra persona totalmente diferente a como lo veo ahora

El valiente chofer comenzó a titubear y a ponerse nervioso y  dijo:
-Yo también soy Coronguino, pero hace más de veinte años que no venía a la fiesta de San Pedro.

Fue lo último que Juan escucho porque en un descuido de el y aprovechando el tumulto de la gente desapareció avergonzado del lugar. 

Continuará...

Artículo escrito por: Samuel Nieves Reyes

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2 Comments

  1. ES MUY INTERESANTE LA PRESENTACIÓN DE SAMUEL, CREO QUE TODOS LOS CORONGUINOS SOMOS EL PERSONAJE JUAN, FELICITACIONES MI ESTIMADO AMIGO, ASI MISMO A RAUL QUIEN CONTEMPLA DESDE SU TIENDA LA INMENSIDAD DE SU HACIENDA ALLAUCAN. SALUDOS RUDY.

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  2. Efectivamente Rudy tienes razon, yo creo al leer este articulo, nos vamos metiendo en el personaje. Que bonita narración y sobre todos recuerdos aquellos. Yo soy de Sihuas
    pero igual en este caso yo soy "juan".
    Un abrazo a los matasampedros Eduardo Moreno Falcon

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