Libres como pájaros en vuelo...

La mañana es esplendorosa con un sol radiante que comienza a mostrar el azul del cielo resaltando la belleza de todo lo que nos rodea salimos a recorrer las calles empedradas desde el barrio de San Cristóbal en la bicicleta Monark roja como siempre, al timón el Monki y sentado en el cuadro de la bici Calolo y enrumbamos por la calle grande (la av. Abancay lo llamaba Ranpuchco) con dirección de la plaza para ver si habia alguna novedad que sea interesante para divertirnos para eso comenzábamos a dar vueltas por si acaso nos encontráramos con alguna chica que estábamos interesados en poder verla porque el amor del despertar de la adolescencia es tan intenso que el solo mirarla pasar nos alegra el alma o algún amigo con quien charlar las aventuras que siempre están presentes a esta edad.

Nos sentamos en una de las bancas a ver si pasaba algo pero en vista que no sucedía nada que nos entretenga montamos nuevamente la bici y le digo a Calolo que nos fuéramos a dar una vuelta por la carretera hasta el Mirador como siempre teníamos la costumbre de hacerlo propuesta que es aceptada inmediatamente enrumbando calle abajo por Dos de Mayo hasta el Arco y luego nuestra “pista” de tierra que lo recorríamos a toda velocidad hasta el Mirador, llegamos en unos cuantos minutos y estando ahí sentados al borde de la carretera contemplando las verdes campiñas de Colcabamba y las lejanas montañas que se ven de color azulados del callejón de Huaylas le digo a Calolo:

-She ¿Por qué no nos vamos a Aticara a darnos un baño? Mira que la mañana esta hermosa para volar en bici toda la bajada.
-Claro que sí, vamos she.
-Pues vámonos a volar

Y montamos la bici y comenzamos hacer el recorrido de bajada sin pedalear solo impulsado por la gravedad aumentando cada vez más la velocidad, la brisa del aire revoloteaban nuestros cabellos y nuestras mejillas sentían el frescor del viento, cuando entrabamos en las curvas la adrenalina aumentaba enormemente al inclinar la bici para no despistarnos pero más era nuestra felicidad de vivir el momento de aventura que para nosotros no había en nuestros pensamientos que nos pudiera suceder algún accidente o despiste.

Estando por ya por Huayu, en nuestro recorrido nos acercamos a una curva un poco cerrada y entramos confiados sin disminuir la velocidad porque tantas veces habíamos recorrido la carreteara que para disminuir la fuerza centrífuga por la velocidad que tomábamos al llegar a las curvas lo compensábamos con las lomas formados por las llantas de los vehículos que pasaban diariamente, dándole la inclinación correcta a la bici y así lo superábamos sin problemas pero esta vez al llegar a la curva inclino la bici y esta se resbala cayendo aparatosamente al suelo los dos, enredados en los fierros del aparato y resbalando unos cuantos metros en el suelo rodeado de polvo.

Llegaron las lamentaciones y quejas de dolor por parte de ambos por unos instantes hasta que nos fuimos recuperando y nos comenzamos a reír incontablemente al vernos que no nos había sucedido nada grave que solo estábamos llenos de tierra y con un poco de dolor en el cuerpo; montamos nuevamente nuestra bicicleta y emprendimos la marcha hasta Aticara recorriendo felices todas las curvas de la carretera hasta llegar a nuestro destino, encargábamos la bici en casa de los Zelaya y nosotros bajábamos a disfrutar de las extraordinarias aguas termales nadando en la piscina o quizás buceando o al pie de los chorros de agua que salen de las rocas.

Han transcurrido dos horas en el agua ya, y es momento que tenemos que salir, es la decisión más difícil de tomar por el frio que se siente al dejar el agua caliente de los baños. Subimos a recoger la bici y después de agradecer por la custodia tenemos que empezar la vuelta por la carretera tarea bastante pesada por la inclinación que esta tiene haciéndose difícil el poder pedalear la bici no queda otra que hacer el recorrido empujándola paso a paso por toda las curvas que felices pasamos de bajada. Es media tarde ya pero ni el hambre ni el cansancio nos ha amilanado para volver a repetir una próxima aventura a Aticara.

Baños termomedicinales de Aticara


Articulo de Samuel Nieves Reyes

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