La pequeña ventana de la cocina en los altos de la casa es propicia para dar una mirada de curiosidad por lo que sucede allá afuera en la calle húmeda, pero la mangada de lluvia nos limita la visión conformándonos con contemplarla desde nuestra guarida al opaco panorama de invierno frio de la ciudad y el campo,
La tarde gris está terminando y en la cocina junto al fuego, refugio ideal para amenguar el frio la mama Laura con la cazuela ya en el fogón espera que esta caliente lo suficiente para agregarle un trozo de manteca que ella tiene almacenada en la despensa de la cocina y una vez derretida por acción del fuego le agregara una porción de harina de machca para luego revolverlo constantemente hasta que quede totalmente untada y cocida, la servirá así caliente con pequeños trozos de chicharrón y un poco de azúcar rubia en los mates que ella tiene como parte de sus servicios, para ser degustado junto a una taza de cedrón hirviente en la meza de la cocina.
El Papá Florencio que ha dejado los trabajos en el campo y refugiado también allí, se ha animado a narrar los recuerdos de juventud pues trabajó en las minas de Quiruvilca en las sierra de la Libertad, narraciones de sus aventuras que disfrutamos oír, abrigados por el calor de los leños ardientes que brindan el fuego a las ollas que cocinan ya los alimentos de la merienda.
No hay delicia más agradable para una tarde fría y lluviosa que una taza de cedrón hirviente y su porción de machca con manteca caliente para mitigar la estación invernal en nuestro pueblo.
Vista de una tarde de invierno, desde el cementerio
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