Cazadores en problemas...

Después del almuerzo en la esquina de la casa al final de la calle grande del barrio de San Cristóbal Calolo y Shamuco intercambian opiniones de cómo hacer entretenida el resto del día del sábado de casi fines del año tiempo de exámenes finales pero para ellos que están en plena pubertad se dan un tiempo para divertirse y no hay prioridades que lo impidan.

Han transcurrido algunos minutos cuando hacen su aparición por la estrecha calle que baja del pie del cerro los siempre unidos amigos de barrio desde la infancia como el Ñato, Mañuco y Waly que llegan casi juntos para preguntar que se podía hacer para matar el aburrimiento de esa fría tarde.

El Ñato recuerda que en su chacra de Tapca había visto muchas palomas y perdices proponiendo ir en busca de las aves y cazar con la escopeta de perdigones que Shamuco tiene en casa como regalo del último cumpleaños, proposición que despierta el ímpetu de los presentes para salir en busca de las silvestres aves como muchas veces habían visto llegar con sus presas en el hombro a Pitulano o Cubita siempre al atardecer de un singular día cualquiera. La decisión está tomada y todos aguardan con entusiasmo que Shamuco haga su aparición por la puerta de su casa con el arma de caza para inmediatamente emprender el camino de la falda del San Cristobal con dirección a la Laguna y a Tapca en un tropel bullicioso y entusiasmado por donde irán haciendo simulacros de disparos ficticios a los pájaros que en las ramas de los arbustos revolotean.

 En el morral van los cartuchos de perdigones calibre 16 adquiridos en la tienda de don Patrocinio todos nuevos de fábrica listos para ser cargados en la escopeta una vez encontrado la primera bandada de palomas y que en busca de ellas se han apartado ya del camino estrecho internándose todos en las chacras de cultivos trepando las pircas que los bordean con la agilidad felina que a esta edad de la vida se tiene y que no conocen obstáculo que los impida llegar a donde se proponen.

Han divisado que allí entre las verdes ramas de los arbustos saltan de rama en rama las palomas en un bailoteo propio del apareamiento, despreocupadas ellas y que la detonación del disparado efectuado por Shamuco hará que los sorprenda, tratando de alzar el vuelo para huir pero que tarde será para alguna de ellas porque sus alas han perdido la velocidad de sus movimientos que en inútiles esfuerzos y heridos de muerte caen desfallecientes.

 Corre Waly en su busca y con su voz que va sufriendo el cambio por dejar la niñez y entrando esta en los primeros años de la adolescencia que hace inconfundible esta etapa de la vida, grita con emocionada algarabía por las tres presas encontrada entre los matorrales mostrando a todos con las manos en alto cual trofeo ganado en una competencia.

 El grupo de cazadores avanzan lentamente en busca de perdices que al paso de ellos alzan vuelo de forma improvista de entre las plantas de papas de los sembríos del tubérculo en pleno desarrollo, que a más de uno lo sorprende y asusta por la violenta huida de la ave que en un corto trecho de vuelo caerá entre los matorrales y que todos tratan de ubicar el sitio exacto del aterrizaje, para ir en su búsqueda y atraparlo por cansancio con vida.

Vana ilusión que Shamuco espera con paciencia de tenerlo a vista de tiro para hacer el disparo que ahorre energías del entusiasmo desbordante de Calolo y Mañuco que han corrido tras ella y que la gallinácea seguramente ha encontrado el escondite que lo libra de sus perseguidores por esta vez. Siguen avanzando por las chacras de Tranga ya, en busca de más palomas que a opinión de todos son más fáciles de cazar she. En el sauco que la brisa del aire mueve levemente posan algunas de ellas Shamuco ha accionado el mecanismo de la escopeta para hacer el disparo y se da con la sorpresa que no sale el tiro de la ella el cual es aprovechado para en levantar vuelo las aves silvestres. Saca el cartucho de la recamara y ve que el fulminante esta percutado pero el cartucho se muestra intacto, lo guarda en el morral para hacer el reclamo respectivo en la tienda donde lo adquirió ya que no es la primera vez que eso pasa.

Prosiguen el camino cazando unas cuatro piezas más, se está terminando la tarde y la neblina comienza a copar el ambiente, es momento de emprender la vuelta a casa por el camino estrecho de Tapca comentando entusiasmados las ocurrencias presentadas en esta nublada tarde de casería cuando el Ñato que seguramente venia pensando ya de hace un buen rato se le ocurre pedirle la escopeta a Shamuco

- Para aprender a disparar she mira que en esa rama hay bastantes loritos le dice, Shamuco duda en darle el arma pero ante tanta insistencia del Ñato decide darle la escopeta pero dada la desconfianza por lo riesgoso del acto pone en la recamara el cartucho cuyo fulminante estaba percutado sin que se dé cuenta el, pensando en la seguridad de que no habrá disparo alguno y será una manera de calmar el ímpetu de saber y sentir el golpe que se siente a un disparo.

Con el arma en la mano ya el Ñato va en busca de los pajarillos que en despreocupado tiempo que les da la vida aletean alegremente entre sus ramas sin presagiar que el peligro les acecha,apartándose del camino avanza un poco hacia ellas cuando a unos cincuenta metros en una explanada abierta de entre los arbustos salen Rudy y su primo Lorgio lanzando una desafiante burla hacia el Ñato escuchándose decir:

- Oe she para que les has dado la escopeta a ese huevon que lo va a sentar de poto cunado dispare sheeee…

Shamuco,Calolo y Mañuco observan en silencio desde el camino el accionar del Ñato cuando de forma imprevista este voltea y pone el arma en posición de disparo apuntando hacia Rudy y Lorgio que habían estado estudiando para los exámenes de fin de año, ellos estaban en secundaria ya en el colegio San Pedro y en forma desafiante les pide que repitan lo que han dicho y no bien termina de hablar se escucha el disparo del arma.

Rudy y Lorgio tratan de huir horrorizados por lo que les sucede, para suerte de ellos la distancia un poco alejada en que se hallaban es su salvación de mayores daños pero así y todo algunos perdigones llegaron a incrustarse en sus cuerpos; la hora de recriminaciones hacia el causante de temeraria acción es acompañado de lágrimas y suplicas por parte de el para tratar de justificar la provocación hecha.

La Feliz tarde de cacería ha terminado en tragedia, ahora habrá que afrontar los problemas que nada leves son pues seguramente todo el pueblo se enterara y comentaran como un hecho inusual y trágico que estará en voz de todos y miraran como unos desadaptados por algún tiempo, principalmente a Shamuco cuyo padre espera no ver por esa noche porque tiene pensado dormir en el terrado para evitar el castigo que indefectiblemente llegara más temprano que tarde y que tendrá que aceptar sin reclamos que hacer.

La experiencia vivida les enseñara a saber que con las armas de fuego nunca debe de jugarse una broma porque esta puede ser fatal y sin remedio para subsanarse.

Artículo de Samuel Nieves Reyes

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