¡Oh caminito angosto, de mí tierra coronguina!
Cuantas veces de niño, muy de mañana recorrí por tus senderos,
jugueteando con las hojas de tus ramas, que impregnadas estaban con el shushall (rocío) de la mañana que reposando en las hojas, parecían lágrimas de Dios;
esas lágrimas, que a mi paso con húmedas caricias refrescaban a mis pies.
¡Oh caminito angosto de mi tierra coronguina!
Cuantas veces acudí de niño a tus brazos buscando refugio,
para que consolaras mis tristezas y disipes mis temores con el canto de las aves,
que hacían nidos en tus ramas.
Hoy he vuelto después de mucho tiempo,
ya las canas pintan mis cabellos;
y el tiempo, dibujó sus marcas en mi rostro,
pensé que me habías olvidado!
¡Oh caminito angosto de mi tierra coronguina!
Pero alegría inmensa siento en el alma,
cuando las aves que de niño consolaban mis tristezas y disipaban mis temores,
ahora al verme desde tus ramas,
sueltan en coro sus alegres cantos,
dándome la bienvenida y celebrando nuestro reencuentro.
¡Oh caminito angosto de mi tierra coronguina!
Y el shushall de la mañana,
como fino alabastro, con húmedas caricias refrescan mis pies,
mis pies un tanto cansados de caminar por el tiempo,
y las flores mas bellas que adornan tus ramas,
entregan a los suaves vientos del mes de junio sus más ricos perfumes,
para que nos envuelva con fina fragancia,
mientras te abrazo con el alma.
mí viejo amigo, mi viejo sendero.
hoy, he vuelto a tus brazos cuál hijo pródigo
y mi espíritu joven de mis otoñales años,
se regocijan en ti.
¡Oh caminito angosto de mi tierra coronguina!
¡Porque, soy CORONGUINO señores!
0 Comments