Los Chia de La Pampa...

 Desde que tuve uso, de razón, recuerdo que para viajar a la costa a finales de los años cincuenta, era una aventura que se preparaba con anticipación emotiva de adrenalina y riesgosos viajes. Se tenía que cabalgar a lomo de bestia desde Corongo, pasando por la Culebrilla, por los baños termales de Pacatqui y llegar por un estrecho camino de herradura a La Pampa.

Allí en la zona de clima templado, donde se ubica el pueblo, se podía encontrar con facilidad algún vehículo automotor de pasajeros estacionado a un lado de la carretera o algún vehículo más pequeño de transportes como las camionetas de la JOP (Junta de Obras Publicas) ente estatal que era la encargada construir la carretera hacia Corongo en aquellos tiempos.
Al estar ahí, en La Pampa, uno miraba la carretera que salía de la ciudad con dirección hacia Tres Cruces y de allí a Yungaypampa, para imaginar recorrerla previamente, en nuestras internas emociones porque esta primigenia y antigua ruta construida sobre la difícil falla geológica que en esos lugares se encuentra, subiendo la peligrosa montaña en los zigzag afirmados para el trepado en un difícil recorrido terrenal, porque esta vieja vía siempre sufría de resquebrajaciones y hundimientos por los movimientos del subsuelo que alli se presentaban diariamente, desnivelando de esta manera su trazado a cada momento.
Recuerdo que llegábamos a La Pampa al borde del atardecer a pernoctar, para que al día siguiente podamos abordar el carro muy temprano que nos traslade hacia la estación del tren en Yungaypampa.
La Distrito de la Pampa en esas épocas para mí era como llegar a una ciudad costera, hallando en sus gentes con vestimentas mucho más ligeras que las nuestras, con algún vehículo automotor transitando por sus polvorientas calles, como lo era Chimbote por ejemplo en aquellos años.
Y dentro de esas no comunes sociabilidades nuevas, también en algún momento nos cruzábamos con gentes de ascendencia asiática que nos llamaba la atención y curiosidad y seguramente a ellos, por nosotros quizás por nuestras quemadas pieles de la cara por el frio de las alturas de nuestro origen de partida.
Creo que por curiosidad nos miraban cuando ingresabamos a su ciudad, llegando en cansadas acémilas, sin saber ellos quizás, que nosotros también los mirábamos con cierta intriga; porque a los chinos solo lo encontrábamos transitando con normalidad en alguna ciudad de la costa o en el mismo Chimbote.

Yo, en aquellos años pensaba que ellos, los Chia, siempre estuvieron ahí en La Pampa y que eran originarios de ahi, de su cultura, de su historia, de sus quehaceres. Posteriormente cuando uno va creciendo y de acuerdo a las adquisiciones de conocimientos educativos, nos vamos enterando, que no fue así. Que llegaron allí desde algún lugar cercano a la costa.

Puedo deducir que posiblemente una de las causas de sus llegadas a La Pampa, pudo haber sido debido a la construcción de la vía del ferrocarril del rio Santa, en las primeras décadas de los años, del siglo pasado. Pues se sabe y esta en la historia ancashina es la construcción de la vía férrea fue hecha por muchos braseros de origen asiático, según los documentos de dicha época. Lo cierto es que los primeros "Chia" seguramente dejaron los lugares del rio Santa y se afincaron en La Pampa iniciando allí una nueva vida y por lo que me comentan se dedicaron al comercio y la agricultura, para afincarse y mantener a sus familias.
Tambien algunos de ellos, de otros apellidos se fueron a radicar a Yanac, según me cuenta mi amigo y compañero de estudios secundarios en Corongo Lido Vidal, testigo de estos recuerdos, que algunos de ellos hicieron fortuna con la ganadería y el negocio comercial, que establecieron ahi; pues recuérdese que Yanac en un momento de la historia de la construcción de las vías hacia Sihuas, Pomabamba y la mina de Pasacancha, fue una ciudad de paso obligado y de sustento logístico de esas obras.
Recuerda Lido Vidal un caso muy especial de los sucesos de esos tiempos, protagonizado por un comerciante chino, en crecimiento mercantil, vivido allí y que narra con nitidez lo sucedido en el tiempo pasado.
Me recuerda que a Corongo en los inicios de la inaugurada carretera, a mediados de los sesentas, llegaba una góndola de pasajeros de color verde, que en su logo decía “Transportes Juvenal”. El chofer se llamaba Juvenal y de allí seguramente lo impreso en su vehículo. Cuenta Lido, que este hombre de unos 30 o 40 años en aquella época, había sido ayudante de un chino radicado en Yanac, junto a su esposa del mismo origen y que ellos se habían afincado bien allí, era un matrimonio que tenían hijos y un buen negocio familiar de comercio y ganadería, que interactuaba con la hacienda de Urcon y para facilitar sus negocios con ellos, se compraron un camión.
Resulta que el chofer del camión del negocio familiar chino, era el tal Juvenal. Este chofer vivaracho, viendo los buenos negocios que habían logrado los asiáticos, enamoro a la mujer del chino yanaquino y ella correspondió la vedada aventura con el seguramente mozo ayudante en el bien diseñado juego de traiciones.
Al descubrir la infidelidad de su mujer, este hijo del oriente, en gesto de digno de su tradición asiática seguramente y al haber sido mellado en su honor, una buena mañana partió de Yanac, tan solo con un costalillo al hombro como equipaje, desapareciendo para siempre de allí, dejándole todos los negocios y el camión a su mujer y al nuevo compromiso marital. Así, que esa: “Empresa de transportes Juvenal” que llegaba a la ciudad de Corongo, tuvo ese origen. A lo que íbamos en el inicio de esta narración era para recordar tambien que ya nosotros adolecentes, cada vez que pasábamos por La Pampa con el “Heraldo de los Andes”, recuerdo haber visto a alguno de los "Chias" jóvenes de aquellas épocas, manejando modernas motos y alguna de las jovencitas de la misma familia, en la plenitud del desarrollo de la vida, mostrándose muy simpáticas y en ropas ligeras para la siempre calurosa ciudad pampina. Eso fue en los años 65 del siglo pasado más o menos. Hoy, casi sesenta años después hace poco, asistí a la reunión patronal pampina acá en Lima que en honor al patrón San Francisco, los hijos de esas tierras, celebran en su local del Jr. Madera, en el Rimac. Me quedé gratamente impresionado al ver a las nuevas generaciones de los descendientes de los "Chias", pampinos, bailando alegremente entusiasmados por los huaynos del terruño, con el corte y el ritmo de los pasos coronguinos, contemplando con mayor detalle a una pareja muy bailarines ellos de mayor edad que pueblan canas rodeado de las nuevas generaciones de la familia seguramente que tambien disfrutan tan igual que ellos, de nuestro folclore.
Me puse a pensar mientras los observaba disfrutar de la fiesta y me trasladé a buscar en mis recuerdos de mis años mozos, al querer relacionarlos con aquellos años vividos en nuestro tránsito por La Pampa cuando los hallábamos en juventud cuando pensaba que por sus orígenes asiáticos seguramente esas generaciones de los Chias, partirían de La Pampa y nunca más los vería en la vida. No me imagine que ellos estaban más unidos a las raíces serranas coronguinas, que muchos de los de los nativos, de allí.



Fue un grato recuerdo para mi verlos nuevamente después de un montón de años pasados en nuestras vidas.

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