Noches inolvidables en el Jardin Villacampa del Rimac

Habíamos terminado ya la secundaria en el Colegio San Pedro de Corongo y nos encontrábamos residiendo en la ciudad de Lima en busca de poder trazarnos un porvenir muchos de los ex-alumnos estábamos preparándonos en las academias pre-universitarias para poder postular a la universidad y estudiar la carrera que nos habíamos propuesto seguir y después de clases nos reuníamos con frecuencia en la casa de los Espinoza en el Jr. Cajamarca del Rímac siempre por lo general en horas de la noche de un fin de semana para poder enterarnos de alguna novedad que traían los  que llegaban de Corongo en agotadores viajes que duraban muchas horas y que terminaban en la agencia  del Jr. Leticia en el centro Lima.

Recuerdo que muchos de nosotros nos acercábamos llenos de ilusión a las oficinas de la empresa de transportes los jueves a esperar alguna correspondencia que nos sirviera de consuelo en esta insensible ciudad lejos del aroma fresco de nuestras campiñas donde hasta el paso de la lluvia al convertir en fango el polvo de los caminos nos brinda su fragancia que extrañamos en estas calles llenos de cemento, frialdad e indiferencia. Como olvidarse, después que termina la lluvia sobre los verdes prados, los sembríos y las plantas silvestres estas renuevan su verdor, los pajarillos salen de sus refugios a brindar con su canto al Hacedor el  vivir esos momentos de dicha cuando el cielo queda totalmente despejado y resplandeciente como un nuevo día de verano andino.

Muchos jueves también nos poníamos tristes con  un:

-No hay ninguna correspondencia con ese nombre joven
Teníamos que retirarnos disimulando nuestro pesar de no haber recibido esa carta que durante la semana nos habíamos  pasado contando los días para ir al encuentro con ella, en una simple hoja de papel.

En las afueras de la agencia nos poníamos a charlar con algunos que también esperaban las novedades traídas con los viajeros que llegaban y esto aliviaba de algún modo la nostalgia que embargaba el alma.

Llegado ya el mes de junio en las visitas que hacíamos a la casa de los Espinoza nos enterábamos de los preparativos que se hacían para celebrar la llegada de la fiesta que se haría en honor al patrón San Pedro en el local del Jardín Villacampa ubicado la Av. La Capilla en el Rímac escenario de la fiesta principal al que asistían la gran mayoría de coronguinos residentes en la capital.

Había llegado ya la noche de fiesta, un sábado cercano al 29 de junio después de reunirnos en el Jr. Cajamarca partíamos caminando con rumbo al local donde muchos ya se encontraban celebrando al compás de la Banda San Pedro de Corongo con algunas cervezas consumidas todo era algarabía, después de los saludos buscábamos un lugar donde estar juntos y brindar con la generosidad de algún conocido que compartía la alegría de la fiesta con nosotros que a las justas íbamos con el pasaje para volver a casa.

Juan Lora se percata que el que despachaba la cerveza era “checho” Garay y amablemente se ofrece a ser su ayudante para poder satisfacer el requerimiento de los pedidos, al ver que este tenía dificultades en cumplir con todos los que pugnaban por obtener sus cervezas bien heladas y se pone tras el mostrador con gran entusiasmo, la fiesta se desarrollaba en medio de una gran efervescencia, tanto así que “checho” también brindaba cada vez que podía con algún paisano que acudía a comprar, y al cabo de un par de horas se dedicó más a brindar que a atender, Juan a cargo ya del despacho de las cervezas cada vez que nos acercábamos en busca de un par de botellas después de rebuscarnos todos los bolsillos para completar lo requerido, volvíamos a nuestro centro de reunión con cuatro botellas llenas que nos alegraba la noche con bastante entusiasmo y así disfrutar contentos de las interpretaciones de la banda con alguna chica conocida.

Habían transcurrido las horas de alegría bien disfrutadas, cuando ya estaba cerca el amanecer muchos rendidos por el cansancio comenzaban a retirarse, se acerca al grupo Lucy Encinas y nos invita que nos acerquemos a la cocina para que nos brinde un poco de papas con picante de cuy que quedaban en las grandes ollas que no habían sido consumidos, lo devoramos con  bastante apetito para luego agradecer la generosidad, una vez satisfecho nuestro hambre de la noche de jolgorio.

Amanecía y era hora de emprender la retirada cada cual con dirección a su casa a contar los días que pasaran para volvernos a reunir en alguna otra oportunidad.
 
Que más le podíamos pedir a esa inolvidable noche de fiesta en honor a San Pedro en el Jardín Villacampa



Por: Samuel Nieves Reyes

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1 Comments

  1. Lo que podríamos agregar a esta anéctoda es que la empresa que llegaba al Jr. Leticia en el centro de Lima, se llama "Callejón de Huaylas" y hacía el trayecto increíblemente largo, desde Corongo, pues salía al rededor de las 10 de la mañana, se almorzaba en Tres Cruces o en Yuramarca, y se llegaba a Huaraz como a las 5 de la tarde, donde tenía que parar para recoger pasajeros. Se llegaba a Lima en la madrugada. Ahora el viaje es mas corto, por Chimbote y con las carreteras afirmadas o asfaltadas el viaje ni se siente. Saludos.

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